La obesidad y el sobrepeso lleva camino de convertirse en una
prioridad para el gobierno de EEUU. Las alarmas están todas en rojo
porque la prevalencia de estas patologías puede que se convierta en un
drama de salud y una carga económica insoportable en el país más
poderoso del planeta. Tanto exceso en la báscula tiene como culpables a
dos hábitos de vida cuyo control puede parecer simple. Sin embargo, modular la alimentación y el ejercicio físico para que los excesos en una y los déficit del otro regulen para bien el metabolismo de los seres humanos es una tarea compleja.
La semana pasada volvió al primer plano la polémica del exceso de azúcar que tienen muchos refrescos. Al otro lado del Atlántico se consumen en grandes cantidades y las autoridades hace tiempo que piensan que habría que regular su venta. Varios trabajos de máximo nivel recientemente publicados en el 'New England Journal of Medicine' certifican que las bebidas azucaradas contribuyen significativamente en el riesgo que existe de engordar. Y que, por el contrario, las que llevan edulcorantes no calóricos no son tan perjudiciales para nuestra salud.
¿Habrá -de ahora en adelante- que entablar la batalla contra el exceso de azúcar que tienen los refrescos? Existen opiniones diversas. El editorialista del NEJM cree que algo hay que hacer, pero dentro de un contexto más amplio en el que se incorpore la promoción de hábitos de vida mucho más saludables de los que ahora se tienen a todas la agendas políticas. En contraste, hay voces autorizadas que opinan que prohibir servirá para poco. Sin embargo, hay una mayoría que piensa que cierta legislación quizá sea rentable.
En cualquier caso, es ya muy evidente que la obesidad y su consecuencia más directa, la diabetes, es una amenaza muy seria, no ya para los países desarrollados sino para todo el mundo. Habrá que hacer contra ella lo mismo que se hace contra el terrorismo: prevenirlo. De lo contrario, las consecuencias seguro que serán de enorme gravedad.
La semana pasada volvió al primer plano la polémica del exceso de azúcar que tienen muchos refrescos. Al otro lado del Atlántico se consumen en grandes cantidades y las autoridades hace tiempo que piensan que habría que regular su venta. Varios trabajos de máximo nivel recientemente publicados en el 'New England Journal of Medicine' certifican que las bebidas azucaradas contribuyen significativamente en el riesgo que existe de engordar. Y que, por el contrario, las que llevan edulcorantes no calóricos no son tan perjudiciales para nuestra salud.
¿Habrá -de ahora en adelante- que entablar la batalla contra el exceso de azúcar que tienen los refrescos? Existen opiniones diversas. El editorialista del NEJM cree que algo hay que hacer, pero dentro de un contexto más amplio en el que se incorpore la promoción de hábitos de vida mucho más saludables de los que ahora se tienen a todas la agendas políticas. En contraste, hay voces autorizadas que opinan que prohibir servirá para poco. Sin embargo, hay una mayoría que piensa que cierta legislación quizá sea rentable.
En cualquier caso, es ya muy evidente que la obesidad y su consecuencia más directa, la diabetes, es una amenaza muy seria, no ya para los países desarrollados sino para todo el mundo. Habrá que hacer contra ella lo mismo que se hace contra el terrorismo: prevenirlo. De lo contrario, las consecuencias seguro que serán de enorme gravedad.
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