Según he leído en El Nuevo Herald, los médicos no se cansan de enumerar las ventajas de caminar al menos 30 minutos al día. Un ejercicio tan simple que cualquiera lo puede practicar, que no suele quemar tantas calorías como otras rutinas más exigentes, y, sin embargo, caminar hace la diferencia entre estar en forma u obeso.
Un equipo de investigadores de la clínica Mayo en Minnesota colocó un dispositivo que midió los movimientos diarios de dos grupos de personas. Los más delgados estaban en movimiento, como promedio, dos horas y media al día, y quemaban 350 calorías. Estas personas no corrían la maratón, sino que se ponían más de pie, caminaban y usaban manos y piernas al hablar.
Sin embargo, una vez que ambos grupos de personas —los delgados y los obesos— comenzaban a consumir más comida al día, mostraban una tendencia a ejercitarse cada vez menos, y por lo tanto aumentaban las posibilidades de ganar peso.
Los médicos reiteraron que caminar con regularidad disminuye el riesgo de ataque al corazón, embolia, diabetes, demencia, depresión, osteoporosis, artritis y cáncer.
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