
Este maratón urbano largó el viernes pasado, a las cinco de la tarde, con 50 participantes. Todos competían por un premio: 3.000 dólares y la posibilidad de participar de la gran final, en julio del año que viene, en Nueva York. Allí el premio será más jugoso, 10.000 dólares. Además por cada milla que recorren (igual a 1,6 kilómetros) destinan un dólar a instituciones de beneficencia. Esta es la primera vez que se realiza en Argentina, pero ya se hicieron otras carreras en Barcelona (la ciudad que tenía el récord, con 63 horas), Las Vegas y Berlín. Durante 2008 se sumarán las ciudades de Los Angeles, París, Tel Aviv, Londres y Nueva York.
A las cuatro de la tarde de ayer, los que continuaban caminando eran cuatro: Marcelo Muzyka(30), Rubén Aguiar (51), Iván Lamas (19) y Ariel Castelli (34). Este último abandonó una hora después, vencido por el cansancio y la fatiga muscular. "Me estoy quedando dormido", le dijo a los organizadores y colgó las zapatillas.
Es que en la competencia -inspirada en el inquietante libro de Sthepen King, La larga marcha- el sueño es el gran obstáculo a vencer. Pese a que mientras caminan van charlando, hablando por celular, cruzando comentarios con la gente y hasta tomando unos mates, admiten que el sueño es el verdadero enemigo de esta caminata.
Marcelo Muzyka tiene 30 años y participar habitualmente de lo que se conoce como ultra maratones, es decir, corre más de 42 kilómetros. Ya tiene en su haber tres competencias de 100 kilómetros. "Las primeras 24 horas fueron tremendas. De hecho siento que el factor que me limita es el sueño. De pronto perdés la lucidez, entrás como en un sopor. Estoy fatigado a nivel muscular, pero creo que voy a superar las 96 horas", confió.
Es que el creador de la competencia, el maratonista y millonario alemán Alexander Skora, ayer anunció que los argentinos ganarán mil dólares si superan los cuatro días caminando, al margen del premio que obtenga el ganador. El objetivo de Marcelo, que está casado y tiene una niña de casi dos años, es llegar hasta las 100 horas. Trabaja en una empresa de telecomunicaciones y su jefe ya lo llamó para felicitarlo y para ponerle presión: "Me dijo que tenía que volver con el premio mayor".
Después de tres días, algunos vecinos y comerciantes ya los identifican. Miguel, el diariero de la esquina de la esquina de Santa Fe y Suipacha, mira su reloj y advierte: "¡Estos muchachos están locos, salir a caminar con este calor! Ojo, en cualquier momento llegan. Desde las 6 de la mañana ya los vi pasar cinco o seis veces". Los organizadores calculan que pasan por los mismos lugares cada dos horas. Desde los balcones, los bares y hasta con bocinazos, los vecinos alientan a los últimos tres caminantes que hoy además tendrán que hacerle frente a la lluvia que se anuncia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario...