Ya podemos dormir a pierna suelta, sin remordimiento: sin sueño no hay intelecto. Cuando dormimos nuestro cerebro sigue trabajando y aumenta su rendimiento. Recientes estudios confirman que la memoria mejora y hasta se producen momentos de genialidad durante nuestra estancia en los brazos de Morfeo.
El trabajo en la sociedad global nos exige un alto rendimiento en todos los aspectos. Ser cada día más productivos no es fácil, ya que para producir más y mejor se necesita creatividad. ¿Pero de dónde sacarla si al final del día estamos agotados y no disponemos de más tiempo que el necesario para reponer fuerzas durmiendo? La respuesta es prometedora: de acuerdo con lo que constataron investigadores alemanes, durante el sueño nacen las mejores ideas, y la almohada es la mejor compañera del genio. El por qué está en la actividad neuronal, que es más eficaz y económica cuando dormimos profundamente y durante el tiempo necesario.
Dormir implica actividad cerebralCientíficos alemanes y estadounidenses llegan, a través de diversos experimentos, a resultados similares, que confirmarían los beneficios del buen dormir. En Alemania, Jan Born, director del Instituto de Neuroendocrinología de la Universidad de Lübeck pudo comprobarlo junto con su equipo colocando electrodos a un grupo de durmientes. Estos recibían pequeñas e imperceptibles descargas eléctricas en ritmo regular y decreciente que penetraban por el cráneo y llegaban hasta las neuronas, haciéndolas oscilar 1 vez por segundo mientras los voluntarios estaban en la fase de sueño profundo. Así, una vez desconectada la corriente eléctrica, las neuronas seguían meciéndose en las ondas delta, las de mayor profundidad. Con esto, Born los sometía a una especie de sueño mega-profundo, y obtuvo como resultado un mejor rendimiento en la memoria de los participantes, sometidos luego a diversos tests.
A Born, fundador de la técnica Aprendizaje durante el sueño, y a los otros científicos no les sorprende el efecto obtenido. “El sueño es provocado por el cerebro y lo beneficia”, resume Allan Hobson, de la Harvard Medical School (HMS) de Boston, EE UU. Esto se acopla a otra teoría sobre el papel del sueño profundo, que dice que durante el mismo las neuronas producen nuevas zonas de contacto que consumen energía. En esta fase el organismo desecha las sinapsis o contactos que no necesita y fija las nuevas, para lo cual es preciso que el cerebro desarrolle una actividad sincrónica, lo que se ve en las ondas cerebrales largas del sueño profundo.Sin sueño no hay memoria ni genio
Los diferentes experimentos de los últimos años demuestran que, sin que el ser humano lo note, el cerebro durmiente pasa revista a lo sucedido durante el día, reforzando las asociaciones existentes y dejando huellas en la compleja red neuronal. La memoria guarda datos de su actividad reciente en el archivo de recuerdos y teje redes de nuevas informaciones con impresiones antiguas, preparando de este modo el terreno para lo que vendrá en el futuro.Ya en el año 2000 descubría Robert Stickgold, de la HMS que en personas que no dormían la memoria procedural, que nos permite realizar actos de modo automático, sin tener que prestar atención constantemente, dejaba de funcionar. Ya una sola noche sin sueño acaba con el proceso de aprendizaje. Además, Jan Born y su equipo descubrieron que el sueño no sólo solidifica los datos en la memoria, sino que también la modifica, mejorando su calidad. Luego de una noche de descanso tendríamos siempre una visión más aguda de un problema del día anterior, pudiendo resolverlo. Esto condice también con la remanida historia de los científicos que encuentran la solución a sus dilemas matemáticos durante el sueño.
A más horas de sueño, mejor calidad de vida¿Cuánto debería dormir una persona para resguardar su salud y su rendimiento intelectual, así como para mejorar su capacidad creativa? Lo mínimo son siete u ocho horas, aunque es decisivo dormir durante esas horas regularmente, es decir, no llegar con menos horas al fin de semana y tener que recuperarlas entonces. Cierto es que quien duerme poco no le hace ningún favor a su memoria ni a su creatividad. Por el otra lado, quien duerme demasiado no está mejorando su rendimiento cerebral, pero puede darse la mano con dormilones de la talla de Albert Einstein y Wolfgang von Goethe. En todo caso no tiene por qué sentirse culpable, ya que, como diría el psicólogo Mihaly Csiksyentmihalyi, autor del libro “Creatividad”,” el tiempo que perdemos durmiendo lo ganamos en calidad de tiempo vivido.”
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