SEGÚN UNA NUEVA INVESTIGACIÓN, UNA DIETA SALUDABLE Y ALGO DE EJERCICIO REGULAR LOGRAN MEJORAR TODOS LOS MARCADORES DE ENFERMEDAD CORONARIA DE MANERA RÁPIDA
Veintiún días han bastado para que los participantes de un estudio, realizado por investigadores de la Universidad de los Ángeles (EEUU) y publicado en el 'Journal of Applied Physiology', hayan logrado alejar de sí la amenaza de la aterosclerosis y sus nefastas consecuencias (eventos cardiovasculares). ¿Cómo? Pues siguiendo una dieta rica en fibra, vegetales, carnes magras y con poca grasa saturada y dándose caminatas diarias de entre 45 y 60 minutos.
Todos los integrantes de la muestra -31 varones de entre 46 y 76 años- padecían sobrepeso u obesidad. Además, alrededor de la mitad, sufría diabetes tipo 2 o síndrome metabólico (dos o más factores de riesgo coronario, como hiperlipidemia, tensión arterial elevada o disfunciones en el metabolismo de la insulina y la respuesta orgánica a la glucosa).
Los autores les sometieron a un plan alimentario sin restricción calórica en el que se daba prioridad a las grasas insaturadas, a los carbohidratos sin refinar (tienen más fibra) y a los lácteos desnatados; así como a las frutas, verduras, cereales, pollo y pescado.
Paralelamente, se llevó a cabo un estudio para determinar cuál era la capacidad de cada participante para hacer actividades físicas y se les impuso un plan de ejercicio acorde a ella. De esta forma, los individuos caminaron sobre un tapiz rodante, a una intensidad moderada, entre tres cuartos de hora y 60 minutos todos los días que duró el seguimiento.
Al cabo de sólo 21 días, los análisis sanguíneos ya revelaban una gran mejoría en todos y cada uno de los parámetros que normalmente se emplean para valorar el riesgo cardiovascular. Es decir, la masa corporal (aunque el adelgazamiento no fue el factor más llamativo), el colesterol, los triglicéridos y la presión sanguínea habían bajado, la insulina y la glucosa estaban más equilibradas y todos los marcadores de estrés oxidativo e inflamación (proteína C reactiva, isoprostaglandinas, actividad de los monocitos, radicales libres...) que se tienen en cuenta para valorar la función endotelial se presentaban en unos niveles más aceptables.
«Este plan de vida revirtió el diagnóstico clínico de diabetes tipo 2 o de síndrome metabólico en la mitad de los sujetos que padecían estas alteraciones», explican los científicos en su artículo.
CONCLUSIONES
Veintiún días han bastado para que los participantes de un estudio, realizado por investigadores de la Universidad de los Ángeles (EEUU) y publicado en el 'Journal of Applied Physiology', hayan logrado alejar de sí la amenaza de la aterosclerosis y sus nefastas consecuencias (eventos cardiovasculares). ¿Cómo? Pues siguiendo una dieta rica en fibra, vegetales, carnes magras y con poca grasa saturada y dándose caminatas diarias de entre 45 y 60 minutos.
Todos los integrantes de la muestra -31 varones de entre 46 y 76 años- padecían sobrepeso u obesidad. Además, alrededor de la mitad, sufría diabetes tipo 2 o síndrome metabólico (dos o más factores de riesgo coronario, como hiperlipidemia, tensión arterial elevada o disfunciones en el metabolismo de la insulina y la respuesta orgánica a la glucosa).
Los autores les sometieron a un plan alimentario sin restricción calórica en el que se daba prioridad a las grasas insaturadas, a los carbohidratos sin refinar (tienen más fibra) y a los lácteos desnatados; así como a las frutas, verduras, cereales, pollo y pescado.
Paralelamente, se llevó a cabo un estudio para determinar cuál era la capacidad de cada participante para hacer actividades físicas y se les impuso un plan de ejercicio acorde a ella. De esta forma, los individuos caminaron sobre un tapiz rodante, a una intensidad moderada, entre tres cuartos de hora y 60 minutos todos los días que duró el seguimiento.
Al cabo de sólo 21 días, los análisis sanguíneos ya revelaban una gran mejoría en todos y cada uno de los parámetros que normalmente se emplean para valorar el riesgo cardiovascular. Es decir, la masa corporal (aunque el adelgazamiento no fue el factor más llamativo), el colesterol, los triglicéridos y la presión sanguínea habían bajado, la insulina y la glucosa estaban más equilibradas y todos los marcadores de estrés oxidativo e inflamación (proteína C reactiva, isoprostaglandinas, actividad de los monocitos, radicales libres...) que se tienen en cuenta para valorar la función endotelial se presentaban en unos niveles más aceptables.
«Este plan de vida revirtió el diagnóstico clínico de diabetes tipo 2 o de síndrome metabólico en la mitad de los sujetos que padecían estas alteraciones», explican los científicos en su artículo.
CONCLUSIONES
En el trabajo no se logró evidenciar la reducción de las lesiones ateromatosas (grasa que se acumula en el interior de las arterias que puede llegar a obstruirlas y provocar un infarto), pero los autores han aclarado que, al fin y al cabo, tres semanas es posiblemente un plazo demasiado breve para observar un efecto tan drástico en el revestimiento del endotelio. Sin embargo, se muestran muy esperanzados de que la prolongación de este estilo de vida basado en cambios dietéticos y de actividad física lo consiga más a largo plazo.
«Controlando la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico pueden evitarse daños mayores y es muy posible que, con el tiempo, incluso se pueda remediar la aterosclerosis», han manifestado.
Por otro lado, admiten que su plan se llevó a cabo con pacientes que fueron ingresados al efecto y que estaban muy motivados para cumplir con las instrucciones que se les iban dando. Se supervisaba exhaustivamente tanto su menú como su entrenamiento y los autores se aseguraban de que todo se cumpliera a rajatabla. Estas condiciones no son fáciles de trasladar a la población general, aunque los especialistas confían en que el hecho de conseguir beneficios cardiovasculares en un espacio tan corto de tiempo, que no se restrinjan el número de calorías, ni se dé prioridad a la pérdida de peso contribuya a que los individuos se animen a modificar sus estilos de vida.
Otro aliciente que pueden encontrar los pacientes diabéticos tipo 2 es que, con un poco de disciplina en este sentido, podrían llegar a prescindir de la medicación.
«Algunos cambios observados en las variables relacionadas con esta enfermedad demuestran que la suma de una dieta sana y algo de ejercicio habitual logran resultados superiores incluso a los que se consiguen con la metformina [un antidiabético oral], lo que ofrece la percepción de que los hábitos de vida pueden ofrecer una buena alternativa al tratamiento farmacológico», concluye el trabajo.
Fuente: elmundo.es - 4 de Enero de 2006
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