25 noviembre 2005

Arquitectura que ayuda a perder calorías


En un intento por combatir la obesidad, en Estados Unidos han aparecido innovadores diseños de edificios que fomentan la actividad física.

En julio de 2007, cuando los estudiantes de la Universidad de Commonwealth de Virginia ingresen a las aulas del edificio rediseñado de la escuela de negocios, enfrentarán un nuevo obstáculo: escaleras.

Hasta ahora, casi la mayoría de los 3.000 estudiantes de esta escuela usa ascensores para llegar a sus clases. Pero en la nueva estructura, los elevadores funcionarán con mucha lentitud y estarán ubicados en el fondo del edificio, mientras que la entrada tendrá unas imponentes escaleras: 28 escalones para llegar al segundo piso y un total de 76 para llegar al cuarto piso. La razón para el nuevo diseño: mantener en forma a los estudiantes y docentes.

“Los clientes están tomando una decisión consciente para promover la actividad física” en el lugar de trabajo, dice Philip Dordai, un arquitecto de Nueva Jersey que está diseñando el nuevo edificio de VCU y que ya ha estado involucrado en otros proyectos similares.

Tradicionalmente, los edificios se diseñaban para que la gente pudiera trasladarse de un sitio a otro con el mínimo esfuerzo. Ahora, en un intento por luchar contra la mayor incidencia de la obesidad en EE.UU., las compañías, universidades y otras instituciones están adoptando la noción contraria: edificios que obligan a los empleados a moverse más.

En la nueva sede del Departamento de Transporte de California, en Los Ángeles, los ascensores se detienen cada tres pisos; un incentivo para que aquellos que puedan, usen las escaleras (hay un elevador separado para los discapacitados). La sede central en Kansas del gigante telefónico Sprint Nextel Corp. tiene senderos y una galería cubierta para alentar a los empleados a caminar incluso si hay mal tiempo.

Para ver si podía persuadir a la gente a usar las escaleras en vez de los ascensores, Luuk Engbers, experto en movimiento humano en el Centro Médico de la Universidad VU, en Holanda, comenzó el año pasado un experimento de 12 meses en un edificio de siete pisos en La Haya. En el suelo de la entrada, pegó imágenes de huellas que conducían a la escalera. También pegó calcomanías en el elevador que preguntaban a la gente cuánto tiempo habían estado esperando y los animaba a subir las escaleras para perder algunas calorías.

La propia escalera estaba flanqueada por folletos relacionados a la salud y espejos especiales que adelgazaban a la gente. “Queríamos que se viesen mejor que en el espejo del ascensor”, explica Engbers.

En un edificio similar, se estudió el comportamiento de los empleados como grupo de control. El resultado: las personas en el primer edificio utilizaron las escaleras con el doble de frecuencia y cubrieron más pisos con cada uso.

James Sallis, profesor de psicología en la Universidad Estatal de San Diego, calcula que subir escaleras por dos minutos al día hace que una persona queme 5.800 calorías extra ó 0,7 kilogramos al año.

Barbara Hansen, de 51 años, redactora técnica de la oficina central de Sprint Nextel, pesaba 116 kilos en marzo de 2004. Su trabajo la obliga a permanecer sentada durante varias horas frente a una computadora. Pero hoy, Hansen pesa 89 kilos; 27 menos. Su presión sanguínea ha vuelto a niveles normales y ya no toma su medicamento para reducir el colesterol. Hansen atribuye su reducción de peso a una dieta más saludable, visitas regulares a un gimnasio y muchas caminatas gracias al diseño del gran recinto de Sprint.

POR GAUTAM NAIK / THE WALL STREET JOURNAL


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