Efraín Wachs, de 87 años, acaba de competir en el Mundial Masters que se hizo en España. Estuvo en ocho pruebas y consiguió tres medallas, una de sus costumbres
"El viento es viejo y aún sigue soplando", fue la definición que Roberto Mano de Piedra Durán, a fin del último siglo, encontró para su longevidad sobre el ring. A Efraín Wachs le corresponde modificar la sentencia acerca de edades y resuellos. A los 87 años, este rosarino afincado en Tucumán (recorrió el país por su trabajo en Banco Nación y decidió establecerse en esa provincia), encontró en el atletismo una razón de supervivencia. "Corriendo me siento vivo", cuenta como síntesis de su secreto para convertirse en un extended play de pistas y caminos. "Me parece que la clave está en encontrar una actividad que a uno le dé placer y desarrollarla con todo", dice con un tono firme, sin que el discurso se altere en su forma.
Efraín además de un tenaz atléta, fue un activo jugador de ajedrez en la década de los 60.
Wachs acaba de participar en el Mundial Masters de Atletismo, una competencia autorizada por la Federación Internacional y cuyo requisito supone un piso de edad, aunque no un techo. La 16 edición se desarrolló en San Sebastián, España, con 7.200 atletas veteranos, de los cuales 55 llegaron de la Argentina. Efraín, el mayor de los de celeste y blanco, participó en 100, 200, 400, 800, 1.500, 5.000, 10.000 metros y los 8 kilómetros (cross country). En la última se llevó dos medallas de plata (individual y equipo), en tanto en 10.000 sumó una de bronce. En la mayoría de los casos, siempre en categoría superior a 85 años, Wachs compitió contra un par de decenas de rivales.
¿Y cómo hace? -Me cuido y hago entrenamiento cotidiano.
¿En qué consiste? -Tres veces por semana corro en la pista de la Universidad de Tucumán. Y trato de agregar entrenamiento casero.
Ah, camina en su casa... -No, hice una pista de 50 metros en la terraza. Entonces, cuando me hago un tiempito, intento llegar a las 100 vueltas para completar 5.000 metros.
¿Tiene tiempo? -No mucho, porque trabajo entre ocho y diez horas por día como contador. Gracias a eso puedo ahorrar y así viajar a las distintas pruebas. Por ejemplo, todos los años voy a los campeonatos argentinos, en los pares me toca un Sudamericano y en los impares, como éste, un Mundial.
Invierte bien la plata... -No vaya a pensar que me instalo en un hotel cinco estrellas. Por ejemplo, para este último Mundial, estuve en un colegio (De La Salle), que era el alojamiento más barato (en la página web oficial del torneo, este tipo de plazas figura en el ranking más modesto), a menos de 20 euros por día con desayuno.
¿No se cansa? -Jamás. Encontré un ritmo de respiración y, al alcanzarlo, puedo competir sin problemas.
¿Su familia no le pide que se quede en casa? -No, ellos saben que esto me hace muy bien. Miriam, mi señora, tiene 82 años y muchas veces me acompaña a caminar. Y mis tres hijos disfrutan al verme activo.
Seguramente, no me va a decir que llegó a esto con cigarrillo, comilonas, vida loca... -Hay que llevar una vida ordenada. Por ejemplo, hago una dieta moderada, sana. Desayuno leche con cereales y bebo otro vaso de leche acompañado de dos tostadas con queso descremado y miel. A media mañana como una fruta. En el almuerzo, carne magra, pollo o pescado con verduras. Y en la cena, algo liviano, por ejemplo, leche y un sandwich.
En España parece que todos hablaron de usted... -No me puedo quejar. Cuatro radios de la Argentina me hicieron entrevistas. Lo mismo pasó con un diario vasco, El Mundo Deportivo de Barcelona y noticieros de televisión. Incluso, en la calle me preguntaban: ''¿Usted es de la televisión?''. De un día para otro me volví bastante popular.
¿Y esto cómo sigue? -Ahora voy a tratar de llegar a los 90 años, donde dejaré de dar ventaja (se ríe). Después pienso estirarme hasta los 95. Y luego me animo a los 100... ¿Cómo? ¿No me va a preguntar qué pienso hacer después?
Disculpe. ¿Qué piensa hacer después de los 100 años? -Veremos, después veremos...
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