11 agosto 2005

Pequeñas delicias de los que utilizamos el automóvil

Game over

Ponemos en marcha el motor, esperamos un poco, verificamos mentalmente para no olvidar nada, repasamos la lista de cosas por hacer y allá vamos, a recorrer las calles de la ciudad, a bordo de nuestro vehículo. Algo tan sencillo y rutinario, pero no es lo que parece. Cuando comenzamos a transitar a través de la ciudad, alguien activa algún mecanismo y pasamos a formar parte del video juego de un niño gigante que se divierte con nosotros.

¿No me cree? ¿Le parece delirante? Mire, haga la siguiente prueba: la próxima vez que salga en automovil, grabe o cante una de las musiquitas de alguno de los juegos virtuales de su hijo, y concéntrese en sentirse dentro de la pantalla. Inmediatamente, comenzará a ser protagonista de un viaje con varios niveles de dificultad, obstáculos para sortear y elementos que lo ayudarán a cumplir con el objetivo final del juego: llegar ileso al destino, tanto usted como los demás seres vivos que participan.

Nivel 1. El juego comienza a las dos de la tarde. Casi no hay circulación de vehículos ni de personas. Cada tanto, algún perro desvelado que no pudo hacer la siesta, se atravesará en su camino. Usted deberá esquivarlo y ganará un par de puntos. A los diez perros esquivados, podrá acceder al panel rectangular sobre el que está impreso los objetivos del nivel, una vez conseguido llegar a la puntuación, pasa al siguiente nivel.

Nivel 2. Diez de la mañana. A los perros, se agregan los peatones, que deberá esquivar sin salirse de su camino. Cabe aclarar que los peatones ignorarán la indicación de los semáforos, tanto como los perros. Usted podrá tocar la bocina para que se apresuren, o bien dar un volantazo procurando no chocar con ningún vehículo. Aparecen en escena, también, los autobuses de transporte colectivo, que a partir de ahora se transformarán en el obstáculo constante del juego. Para pasar al próximo nivel, Ud. deberá adelantar a tres de dichos autobuses, sin que el conductor se ensañe y lo persiga por toda la ciudad, aún a costa de desviarse del recorrido. Para esto, puede mostrarle la puntuación que ha obtenido en el nivel 1. El chofer quedará fascinado, inmóvil, ante la vista del papel. Logrado esto, Ud. obtendrá el comprobante para pasar de nivel.

Nivel 3. Doce del mediodía o cinco de la tarde: los niños salen de la escuela. A través de las arterias de la ciudad, usted deberá intentar no pasar por las escuelas primarias que se le aparecerán cuando menos lo espere. Para ello, recorrerá el laberinto de calles y avenidas respetando el sentido de las calles y no circulando a contradirección, porque sino, perderá automáticamente los puntos obtenidos en niveles anteriores. Pero hete aquí que el juego tiene sus trampas: muchas veces, una calle que era doble dirección, se convertirá de repente en una vía de circulación de una sola dirección. Otras tantas veces, usted irá detrás de un taxi que dobla hacia la derecha, aunque la flecha indique que no debe hacerlo. La clave está en no confundirse con lo que hacen los demás automovilistas, y solamente guiarse por lo que usted ve en los carteles indicadores.

Obviamente, usted ya se dio cuenta de que será inevitable pasar por alguna escuela. Allí, deberá circular entre autos que repentinamente deciden estacionar en doble fila, evitar llevarse por delante las puertas de los automóviles que se abren a su paso y no atropellar a los niños que cruzan mientras se cambian cromos o se muestran las buenas notas que les puso la "seño". Si superó estos obstáculos, deténgase cerca del agente de tránsito, que le dará un silbato, elemento de gran utilidad para el próximo nivel.

Nivel 4. Usted circulará por las calles de las escuelas de donde emergen pandillas de adolescentes. Los adolescentes, al igual que los perros y los peatones adultos, no cruzan por las esquinas ni respetan el semáforo. Pero la nueva dificultad que aparece en este nivel, es que estos jovencitos, no miran hacia los costados al cruzar la calle. Y lo peor es que, en lugar de hacerlo trazando una línea recta perpendicular entre acera y acera (cosa de que puedan ejercer una visión de 180º y vislumbrar el acercamiento de algún vehículo), lo hacen trazando un ángulo de 45º. SIEMPRE y sin excepción, transitan por esa diagonal imaginaria dándonos la espalda. JAMÁS caminan sobre esa diagonal mirando en la dirección en que vienen los automóviles.

Esta dificultad provocará en Ud. desconcierto, pero no se preocupe: ya ha trabajado mucho en este juego y cuenta con los medios para esquivarlos. No intente tocar bocina, porque no lo escucharán y si lo escuchan, lo insultarán a grandes gritos. Frene. Aunque pierda tiempo, frene, bájese del auto y tóqueles un fuerte silbato en el oído. Inmediatamente, el sonido activará en su cerebro el recuerdo de algún partido de fútbol u otro deporte, y quedarán inmóviles, tratando de descubrir qué pasó. Rápidamente, Ud. debe aprovechar, subirse al auto, y arrancar.
Este nivel, requiere no sólo de destreza sino de rapidez, ya que si supera el límite de tiempo preestablecido, vuelve al nivel 1. Cuando logra detener a cinco adolescentes, usted obtiene un superpoder a elección y pasa al nivel siguiente.

Nivel 5.. El último y el más complicado. Es que en este nivel, todos juegan. Son las siete de la tarde y usted circula por el centro. Adolescentes, niños, gente haciendo compras, ciclistas que transportan gente sobre el manubrio, perros, autos en doble fila, puertas que se abren de golpe, ciclistas que avanzan hacia usted circulando en contradirección, automóviles que emergen sin previo aviso del lugar en donde estaban estacionados. Pareciera que todos insistieran en ser atropellados o heridos por Ud. Además, en este nivel no sólo los adolescentes cruzan en diagonal y dando la espalda; también lo hacen los adultos.

Para sortear todos estos obstáculos, usted podrá hacer uso del superpoder obtenido con el sudor de su frente y acabar con todos ellos o llevarlos a otra parte, lejos de su camino. Aunque si el grado de adrenalina supera determinados niveles, el superpoder no funcionará. Así que deberá meditar, practicar alguna postura de yoga, respirar o elevar sus rezos, para que su ritmo cardíaco baje y pueda, por fin, ganar el juego.

Ganar el juego implica bajarse del automóvil, alejarse de las calles y caminar mansamente por la playa, mientras disfruta de perder un poco el rumbo. GAME OVER

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