Los ministerios de Sanidad y Medio Ambiente no esperan situaciones de riesgo como las del verano de 2003, pese a que se prevé entre uno y dos grados más de temperaturas medias en la zona oriental de Andalucía, sur de Castilla-La Mancha y en el sur del Levante.
Las altas temperaturas ya han afectado a tres países del Mediterráneo. Italia ha responsabilizado a las elevadas temperaturas de la muerte de más de 18 personas, Albania a siete y Francia a cuatro. El pasado año fallecieron en España por «golpe de calor» 26 personas. Durante 2003 la mortalidad ascendió a 141 personas, aunque un estudio del Instituto de Salud Carlos III elevó la cifra a 6.500. En Italia el incremento de la mortalidad se cifró en más de 20.000 personas.
Pese a que España no ha invertido en infraestructuras para amortiguar las altas temperaturas, a diferencia de Francia donde muchos hospitales y centros de salud no contaban con sistemas de refrigeración, desde dos de las sociedad médicas implicadas en el plan de prevención se asegura que «ahora estamos más preparados». Así opina Asensio López, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc): «Hemos sabido transmitir las ideas de prevención y por lo menos tenemos claras las estrategias y protocolos de acción».
Capacidad de respuesta hospitalaria. Para los especialistas, el gran problema no son los hospitales, tienen capacidad de respuesta, sino el golpe de calor. Afecta a todas las personas sometidas a altas temperaturas, pero es muy problemático en mayores de 80 años y en enfermos crónicos. Es irreversible en entre un 50 y un 60% de los casos, pero se puede prevenirse con una buena planificación sociosanitaria. La estrategia que sigue el plan de prevención es la suma de los recursos de atención social y los derivados de la atención primaria sanitaria, vigilando a la población en riesgo que está registrada en los servicios sociales.
A estos elementos se han de sumar hábitos extendidos en la sociedad, pero cada vez menos practicados, como es el de visitar a enfermos y ancianos. Muchas veces no hace falta un médico, sino un voluntario o un familiar que visite con regularidad al enfermo. La atención primaria controla a la población de más de 65 años que por sintomatología o situación social puede estar en riesgo. A ella corresponde reducir y planificar las dosis de determinados medicamentos que pueden agravar las patologías.
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) también ha participado en la puesta en marcha del plan de prevención. Su presidente, Isidoro Ruipérez, considera que más del 90% de la población a atender y vigilar son ancianos y dependientes, y que son éstos quienes «peor lo pasan por falta de atención geriátrica». Las razones son la falta de asistencia específica en muchos hospitales y centros de salud, advierte. El presidente de la SEGG es más crítico: «En España ha habido problemas con el calor, se han tirado los trastos a la cabeza y sólo hemos hecho planes, pero no inversiones», para señalar que «no hay camas geriátricas suficientes».
La previsión de entre uno y dos grados más en las temperaturas máximas para los tres meses del verano supone «un alto riesgo para la población más afectada. Andalucía -afirma- destaca por su falta de recursos para los ancianos. A los 40 o 50 años nos adaptamos mejor, bebiendo más líquidos y resguardándonos en lugares refrigerados, pero eso no ocurre cuando se tienen 80 o 90 años».
Las altas temperaturas ya han afectado a tres países del Mediterráneo. Italia ha responsabilizado a las elevadas temperaturas de la muerte de más de 18 personas, Albania a siete y Francia a cuatro. El pasado año fallecieron en España por «golpe de calor» 26 personas. Durante 2003 la mortalidad ascendió a 141 personas, aunque un estudio del Instituto de Salud Carlos III elevó la cifra a 6.500. En Italia el incremento de la mortalidad se cifró en más de 20.000 personas.
Pese a que España no ha invertido en infraestructuras para amortiguar las altas temperaturas, a diferencia de Francia donde muchos hospitales y centros de salud no contaban con sistemas de refrigeración, desde dos de las sociedad médicas implicadas en el plan de prevención se asegura que «ahora estamos más preparados». Así opina Asensio López, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc): «Hemos sabido transmitir las ideas de prevención y por lo menos tenemos claras las estrategias y protocolos de acción».
Capacidad de respuesta hospitalaria. Para los especialistas, el gran problema no son los hospitales, tienen capacidad de respuesta, sino el golpe de calor. Afecta a todas las personas sometidas a altas temperaturas, pero es muy problemático en mayores de 80 años y en enfermos crónicos. Es irreversible en entre un 50 y un 60% de los casos, pero se puede prevenirse con una buena planificación sociosanitaria. La estrategia que sigue el plan de prevención es la suma de los recursos de atención social y los derivados de la atención primaria sanitaria, vigilando a la población en riesgo que está registrada en los servicios sociales.
A estos elementos se han de sumar hábitos extendidos en la sociedad, pero cada vez menos practicados, como es el de visitar a enfermos y ancianos. Muchas veces no hace falta un médico, sino un voluntario o un familiar que visite con regularidad al enfermo. La atención primaria controla a la población de más de 65 años que por sintomatología o situación social puede estar en riesgo. A ella corresponde reducir y planificar las dosis de determinados medicamentos que pueden agravar las patologías.
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) también ha participado en la puesta en marcha del plan de prevención. Su presidente, Isidoro Ruipérez, considera que más del 90% de la población a atender y vigilar son ancianos y dependientes, y que son éstos quienes «peor lo pasan por falta de atención geriátrica». Las razones son la falta de asistencia específica en muchos hospitales y centros de salud, advierte. El presidente de la SEGG es más crítico: «En España ha habido problemas con el calor, se han tirado los trastos a la cabeza y sólo hemos hecho planes, pero no inversiones», para señalar que «no hay camas geriátricas suficientes».
La previsión de entre uno y dos grados más en las temperaturas máximas para los tres meses del verano supone «un alto riesgo para la población más afectada. Andalucía -afirma- destaca por su falta de recursos para los ancianos. A los 40 o 50 años nos adaptamos mejor, bebiendo más líquidos y resguardándonos en lugares refrigerados, pero eso no ocurre cuando se tienen 80 o 90 años».
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