10 julio 2005

Identifique y controle los estados de ánimo, pero no los reprima

En la actitud de una persona y en la expresión de su rostro se reflejan las emociones propias que producen la angustia, la frustración o la tristeza.

La diferencia se nota, los que se cuidan por fuera y por dentro sencillamente lucen mejor, dejan huella y hasta irradian un brillo especial. Quizás por eso dicen que la mirada es el reflejo del alma. ¿O acaso quién no ha experimentado sentir ese toque ‘mágico’ tan sólo porque está feliz o porque acaba de hacer realidad un sueño?

Para alcanzar la fórmula completa, los expertos hablan de desarrollar la inteligencia emocional, un término difundido mundialmente por el psicólogo Daniel Goleman y que, trasladado a la práctica, no es otra cosa que sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos. El ejercicio no es tan difícil, así que cultivar esa inteligencia es cuestión de seguir unos cuantos consejos, como los que se proponen a continuación:

  • Identifique sus emociones. Implica establecer cuáles son esos estados de ánimo que lo afectan y que, como mencionamos, son los que se reflejan en la expresión, en el rostro: ira, frustración, agotamiento, desánimo, desconfianza.

  • Autocontrol o autorregulación. En la medida que una persona sabe lo que le está pasando es factible tener el control o aprender a hacerlo e incluso evitar que aparezcan algunas enfermedades que son producto del estrés. Cada uno lo logra de diferentes formas: unos aplican técnicas de relajación, otros salen a caminar un rato, comen chocolates, leen, lloran o acuden a las autoverbalizaciones, es decir, a frases que ellos mismos se repiten como “no tengo que alimentar ese rencor” o “yo puedo hablar en público sin ponerme nervioso”, según el caso.

  • Haga una ‘alquimia emocional’. Convierta las emociones negativas y destructivas en emociones positivas y gratificantes. Estos procesos de autoverbalización hacen parte de algo que los psicólogos llaman reestructuración cognoscitiva.

  • Desahogarse es saludable. Encontrar vías de escape como las anteriores o hablar con una amiga son alternativas bastante recomendables.

  • Desarrolle su inteligencia espiritual. Acercarse a ese ser supremo en el que cada uno cree no solo hará que la persona se sienta más tranquila, sino que le ayudará a descubrir en él mismo y en los demás, muchas fortalezas y valores. Igualmente encontrará que hay muchas formas de ver las cosas, que la fe mueve montañas y que a veces la solución está más cerca de lo que pensamos. Ésta es una de las nueve inteligencias que plantea Howard Gardner.

  • Fuentes motivadoras. Descubra esas conexiones poderosas que hacen que usted se aferre a la vida y apasiónese por ellas. Este punto hace referencia al deporte, la familia, su pareja, el trabajo, los hijos o un arte.

  • Responsabilidad social. Aferrarse a cosas que van más allá del dinero hace que la vida se convierta en algo más hermoso aún, pues nada más gratificante que dar. Sugerencia: inscribirse para hacer prácticas de voluntariado y ayudar a los demás.

  • Empatía. Trate de ver qué le ocurre a los demás para entrar en sintonía con ellos.

  • Habilidades sociales. Mantenga buenas relaciones con los que lo rodean, trate de brindarles algo más, haga que cada encuentro sea un momento estelar para ellos.

  • Sea asertivo. Exprese en el momento oportuno sus sentimientos, diga lo que siente y piense, de tal manera que no guarde nada negativo.

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