06 mayo 2005

La inactividad física conduce a la incapacidad del anciano con artritis


Si todas las personas mayores que padecen artritis hiciesen actividad física, la incidencia de la discapacidad entre estos pacientes sería tres veces menor. A esta conclusión ha llegado un estudio según el cual la inactividad es el factor de riesgo más frecuente para este problema.

A estas conclusiones han llegado tras seguir durante dos años a casi 5.000 personas mayores de 65 años que padecían artritis. Al inicio del trabajo, casi la quinta parte presentaba limitaciones funcionales, es decir, problemas para desempeñar tareas cotidianas, como coger el teléfono, tomar la medicación o, incluso, vestirse y bañarse en los casos más extremos (13% de los participantes).

La artritis afecta al 60% de las personas mayores de 65 años y muchas de ellas padecen problemas de movilidad en su vida cotidiana. Comprender los factores de riesgo relacionados con el declive funcional es esencial para desarrollar programas de salud pública que ayuden a mantener la capacidad funcional y prevenir la discapacidad entre los ancianos con artritis.

Especialistas, procedentes del centro de reumatología de la Universidad de Northwestern (EEUU), se decidieron a indagar en el problema. Las buenas noticias son que el factor de riesgo que es más prevalente de los examinados y que se encuentra entre los mayores predictores del declive funcional, la falta de actividad física regular y vigorosa, es susceptible de esfuerzos preventivos.

A estas conclusiones han llegado tras seguir durante dos años a casi 5.000 personas mayores de 65 años que padecían artritis. Al inicio del trabajo, casi la quinta parte presentaba limitaciones para desempeñar tareas cotidianas, como coger el teléfono, tomar la medicación o, incluso, vestirse y bañarse en los casos más extremos (13% de los participantes).

A lo largo del bienio posterior, el 14% de los pacientes empeoraron su capacidad funcional. Las personas con problemas cognitivos eran las que más riesgo tenían de empeorar (el triple de probabilidades, si bien este factor sólo estaba presente en el 3% de los pacientes), seguidas de aquellos que no realizaban una actividad física vigorosa (el doble de riesgo, independientemente del grado de discapacidad al inicio del seguimiento). Otros factores que, en menor medida, influían la movilidad de los pacientes eran la edad, los síntomas depresivos, la diabetes o los problemas de visión.

Era la inactividad el factor más prevalente: el 64% de los pacientes no hacía ejercicio físico. Los autores han calculado que si todos los participantes practicasen una actividad física vigorosa, la incidencia del problema se reduciría un tercio, es decir, que la proporción de personas con dificultades de movilidad sería del 9%, en lugar del 14% de la muestra.

Estos hallazgos indican que las personas mayores con enfermedades crónicas deben ser animadas a participar en actividades físicas, independientemente de sus capacidades actuales, resumen los investigadores. Los programas preventivos deberían incluir actividad física regular, mantenimiento de peso e intervenciones médicas para las necesidades sanitarias, resumen los autores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario...