18 enero 2013

La tecnología para estar en forma

No hacer deporte se está poniendo algo imposible. Aplicaciones para los móviles y aparatitos pegados a la ropa convierten la pasividad en un cargo de conciencia. Alguien está contando tus pasos o tu rimo cardiaco, hasta las calorías de la chocolatina. Pero detrás de tan alta preocupación por la salud de la población crece una importante industria. En tres años habrá saltando por el mundo 170 millones de aparatitos midiendo la actividad deportiva de la humanidad, según contaron expertos en la cumbre del deporte digital, en la feria electrónica CES que se celebró en Las Vegas.

El cuerpo se convierte en una central de datos, siempre lo ha sido, pero ahora el controlador es el mismo dueño del cuerpo, no un médico o un entrenador. Las redes inalámbricas, las aplicaciones telefónicas están cambiando el mundo del deporte, especialmente del aficionado.

Rock Health, una fundación dedicada al estudio de la salud, el deporte y la tecnología, señala que sensores y aplicaciones están cambiando la forma de entrenar del atleta y también su rendimiento. El mercado de las aplicaciones deportivas se va a triplicar, de 120 millones de dólares en 2010 a 400 millones de dólares (308 millones de euros) en 2016. El 16% de las aplicaciones deportivo-sanitarias se refieren al cardio (medición de pulsaciones, carreras...), 14% son dietéticas, 11% sobre stress y relajación y un 7% de entrenamiento de élite.

Las aplicaciones deportivas han evolucionado del pago (el 70% en 2010) al tipo freemium (59%), primero te lo descargas gratuitamente y luego compras para ampliar prestaciones con la versión pro. Pese a que los precios han bajado a la mitad, sus ingresos se han multiplicado por diez en un año.

Parte del éxito de estas aplicaciones es que incluyen la gamificación, recompensas virtuales o no para romper con la rutina del ejerció o la mera pereza. Aplicaciones como Teemo y Bit Jim se han especializado en animar al deportista.

El escaqueo aún se complica más con la llegada de las redes sociales. Fitocracy, que se dedica a crearlas para deportistas, y les pica con recompensas. Algunos son tan coercitivos, que es imposible que uno se quede haciendo sillón-ball. Así es Healh Rally, que lía a amigos, familiares e incluso a marcas comerciales para que alguien consiga metas saludables, y te van arengando por la red a cambio de sobornos reales en forma de regalitos.

Aparatos para medir la actividad física hay a decenas, cada año surgen nuevos. Si empezó en la industria hace décadas Polar, con sus relojes, al que siguieron GPS y demás, ahora le disputan el campo al cardio BodyMedia.

Podómetros como Fitbit o Striiv ambos con regalo de medallitas para motivar. En el caso de Sportiiiis, aún nivel más intenso, una voz va marcando el rendimiento del deportista y sus límites. Y hasta los deportes más difíciles de medir, como el esquí o el snowboard tienen sus gafas todo incluido, o la suiza Physylog III ha ido más allá al diseñar un traje de neopreno para nadadores insistentes, pongamos como David Meca, con giroscopios y acelerómetros.


Pero para los deportistas comunes, más aún para la gente de a pie la tendencia es a aparatos menos intrusivos. En este campo la novedad es el aparatito Shine, un pequeño botón que se coloca en la solapa y que registra, con solo tocarlo, los pasos del portador, sus carreras, pero también su actividad con la bicicleta o en la piscina. Es obra de Misfit Wearables, empresa fundada por Sonny Vu. Muchos piensan que en la vida actual es fundamental, junto a la tecnología, el diseño, y si queremos registrar la actividad diaria estos aparatos tienen que ser duraderos, pero también bellos. El aparato cuesta cien dólares.

Pero la máxima integración es la de MC10. Se ha especializado en los sensores humanos. Fabrica pegatinas invisibles, que adheridas al cuerpo lo mismo valen para detectar que al bebé le ha subido la temperatura que para advertir que el deportista se está deshidratando. Un mensaje al móvil advertirá al practicante que beba agua, antes de que desfallezca. Aparte de que no se ve, lo mejor es que el deportista no tiene que hacer nada para activarlo. Sus aplicaciones ya llegan a la Defensa (para los soldados), pues lo mismo pueden advertir del riesgo de heridas o de lesiones. Ya se empiezan a colocar en la cabeza, y así advertir cuando a consecuencia de un choque se necesita un descanso o una visita al hospital.

Conclusión: no hay excusa para no tener actividad física. Es más, si los tiempos no cambian lo exigirá la Seguridad Social a cambio de las recetas de las medicinas. Tiempo al tiempo.

 Fuente: elpais.com

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