05 junio 2012

Una manera de pasar el sábado

Uno puede levantarse muy temprano, a las 5 de la mañana, por ejemplo, e irse a caminar con los amigos. Nada demasiado inusual en todo ello, una manera entre otras de pasar el sábado.

Si el tiempo acompaña y no hace excesivo calor ni llueve puede convertirse no sólo en una forma de hacer ejercicio, sino también de cultivar las relaciones sociales, caminar juntos une mucho, por aquello del esfuerzo compartido.

Esa caminata puede transformarse además en un símbolo, y entonces la cosa cambia, y mucho. Es muy posible que el colectivo que camina quiera decir algo, quiera destacar que está dispuesto al esfuerzo, a no rendirse con facilidad ante lo que considera injusto.

Es altamente probable que los profesores, estudiantes y padres que inician marchas y también los que se les unieron por el camino, estén decididos a hacerse oír.

Entre sus voces ninguna pide aumento de sueldo, sólo que los recortes económicos no se ceben con la enseñanza pública, que sea de verdad de todos y para todos, compensadora ante las desigualdades y propiciadora de posibilidades.

Asusta pensar que pueda llegar a haber una generación con menos oportunidades de preparación que sus padres, e incluso que sus abuelos, cuando hablamos de niños que comienzan ahora su andadura por el sistema educativo.

Quizás no resulte tan cansado caminar muchos kilómetros, como seguir oyendo decir que los maestros no tienen derecho a protestar, que tienen un trabajo fijo y cómodo. Se olvidan de añadir, no obstante, que también puede resultar muy gratificante cuando ves cómo avanzan tus alumnos, comprobando que puedes ofrecerle a cada uno exactamente lo que necesita. Lo contrario desespera bastante.

Llega también a cansar explicar lo obvio: que en la enseñanza pública con miles de profesores interinos, que quiere decir provisionales, muchos de ellos trabajando sólo a media jornada y que cabe la posibilidad de que el curso que viene un buen número de ese colectivo no trabaje.

Totalmente de acuerdo en que se racionalicen los gastos, en que no se despilfarre, en que nos apretemos un poco el cinturón, pero no a costa de la calidad en la educación de nuestros hijos ni en la pérdida de servicios sanitarios o sociales.

No vaya a ser que no tengamos suficientes sábados.

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