18 junio 2012

¿Caminar o correr?

Hoy en día son pocas las personas que no se preocupan por ponerse en forma; aunque, admitámoslo, aún faltan muchas que no se animan a dar el paso decisivo y tomar el control de su imagen y bienestar.

Una vez tomada la decisión, lo primero que suele modificarse es la alimentación, para esto es ideal contar  con la ayuda de un especialista en nutrición, quien no sólo indicará ajustes en el menú sino también en la rutina, pues para bajar de peso es elemental incorporar a la agenda alguna actividad física constante.

Es ahí donde la mayoría opta por caminar o correr. Y es que estos ejercicios se adaptan a la mayoría de los individuos, ya que se realizan prácticamente en cualquier lugar y no requieren más que de un par de zapatillas de deporte y una ropa cómoda. Pero ¿te has preguntado si las dos opciones favorecen de igual manera tu apariencia?

Correr y caminar son excelentes opciones deportivas, sin embargo no ofrecen los mismos resultados. Para saber cuál es mejor, se requiere pensar qué buscas para tu aspecto y tu organismo. Cuando hablamos de la caminata no queremos decir que vayas a “ritmo de paseo”, pues para que cuente como ejercicio y quemes calorías es preciso que avances a paso vivo y tu ritmo cardíaco se acelere.

Estos son algunos de los beneficios que tanto caminar como correr le traerán:
  • Perderás peso.
  • Reafirmarás tus piernas y glúteos.
  • Combatirás la celulitis.
  • Prevendrás la aparición de estrías.
  • Regularás tu apetito, con lo cual tendrás menos ‘ataques de hambre’ y estarás menos expuesto a ganar kilos.

En cuanto a la salud, los dos te ayudan a:

  • Controlar tu presión arterial.
  • Prevenir la osteoporosis.
  • Mantener un buen nivel de oxigenación en tu sangre.
  • Deshacerte del estrés.

Caminar frente a correr



Si lo que necesitas es bajar de peso, tanto correr como caminar son una magnífica alternativa. Al correr quemarás más grasa que caminando, sin embargo correr no es sencillo para cualquiera ya que se requiere hacer un gran esfuerzo y tener un grado mínimo de condición para iniciar. Por eso, para muchos es más recomendable la caminata. Por otro lado, trotar es también un buen ejercicio pero no tiene el mismo efecto que los dos anteriores en cuanto a pérdida de peso: puedes adelgazar si corres y si caminas rápido, pero si trotas difícilmente notarás un cambio significativo en la báscula.

Correr es la mejor alternativa para adquirir condición aeróbica y de paso perfeccionar el sistema respiratorio. Pero sus efectos en cuanto a la belleza están en duda. Se ha visto que las horas invertidas en este ejercicio traen firmeza y resistencia, si bien provocan que la dermis se vuelva más delgada y se desgaste. Cuando se corren distancias largas la piel se deshidrata y se arruga más fácilmente, adquiriendo un aspecto envejecido. Este problema se acentúa si no te proteges adecuadamente del sol, o descuidas tu consumo de líquidos. Si observas a quienes llegan al final de un maratón te darás cuenta de que los atletas proyectan una imagen ‘desgastada’, más allá de su expresión de cansancio.

Y aunque se puede empezarse a correr a cualquier edad, mientras mayores somos hay más riesgo de lesiones en ligamentos o articulaciones. Esto no es un problema con la caminata, pues cada quien impone su propio ritmo de acuerdo a la condición que posea, es decir que al principio no debe ser muy acelerado, aunque sí debe aumentar conforme pasen los días. No obstante, al ser uno mismo quien nota qué tanto incrementa la condición, es prácticamente imposible sufrir lesiones, desgarros, tirones, insolaciones o bajas repentinas del azúcar.

La caminata puede practicarse en cualquier lugar: un parque, una plaza, hasta alrededor de tu manzana o por la ciudad (siempre cruzando las calles con precaución). Correr requiere un espacio especial: lo ideal es que sea una pista para atletismo, pues sólo así se garantiza un suelo que respalde a las articulaciones. En definitiva debes evitar correr sobre el asfalto, lo cual aumenta la probabilidad de sufrir daños.

Vale la pena subrayar que al correr se adelgaza más que al caminar; los corredores habituales se distinguen por ser muy delgados, además de tener gran fuerza y firmeza muscular.

Cabe mencionar que a las personas que tienen obesidad no se les recomienda correr, pues por su sobrepeso tienen más posibilidades de lesionarse las rodillas. Lo indicado en este caso sería empezar con caminata rápida, hasta que los kilos de más no sean un riesgo para los huesos al correr.

Los mitos
 
Ya vimos ventajas y desventajas de caminar frente a correr. Aun así es importante subrayar que existen algunos mitos, y desecharlos:
  • Correr no provoca celulitis. La piel puede perder firmeza por la deshidratación, mas no se vuelve “de naranja”. Cuando decimos “pérdida de firmeza”, hablamos sólo de la dermis; los músculos se fortalecen.
  • En el caso de las mujeres, se cree que los senos se ‘cuelgan’ por correr, lo cual no tiene por qué pasar: es cuestión de elegir un buen sujetador deportivo.

Empieza ya mismo
 
Quien practica algún deporte con regularidad es menos propenso al deterioro orgánico, conserva la lozanía y retarda el envejecimiento. Por el contrario, si alguien no se ejercita está condenado a la flacidez y sus músculos se debilitarán. Los sedentarios sólo explotan el 27 por ciento de su energía, el sobrante se convierte en grasa y se acumula en áreas no deseadas... y luego nos preguntamos por qué engordamos.

Mantenerse en movimiento debe ser cuestión de disciplina desde la infancia: nunca se verá igual la figura de quien ha sido activo desde la niñez, a la de aquellos que luego de una vida de no moverse deciden empezar a entrenar. Nunca es tarde para hacerlo, pero a mayor edad, la piel tardará más en recogerse y en ocasiones no conseguirá deshacerse de todo el sobrante, aunque los músculos se fortalezcan.

Decídete a empezar desde hoy a correr o a caminar; recuerda que ambas opciones te darán buena condición física, mejorarán tu salud y contribuirán a que tu aspecto sea mucho más armónico.


La información médica ofrecida en esta web tiene solamente un carácter formativo y educativo, y no pretende sustituir las opiniones, consejos y recomendaciones de un profesional sanitario. Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional sanitario, considerando las características únicas del paciente.

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