Este registrador de actividad física no es ninguna novedad tecnológica, ya los corredores de fondo y los ciclistas utilizan aparatos similares. En Estados Unidos ha vendido unos 300.000 aparatos, y su precio es de 100 euros, la parte fundamental de su éxito la tienen los no deportistas.
Las personas mayores y las mutuas médicas ven en este aparato básico y sencillo un animador de la actividad física en gente sedentaria. Así lo ha visto también la norteamericana United Health Group que ha llegado a un acuerdo con Fitbit para utilizar el aparato entre sus 75 millones de clientes. En conjunción con el programa OptumizeMe, cada persona, aconsejado por su médico, se pone sus metas de ejercicio diario, y con Fitbit se monitoriza su realización. Para personas mayores es de lo más útil y sencillo. Según un estudio de ThreeDefined, los norteamericanos con un Fitbit aumentan un 43% el número de pasos diarios y pierden 6 kilos solo adoptando hábitos de vida saludable como evitar el ascensor o no comprar el pan en la panadería más próxima. Además hay un pique personal y también con otras personas con el aparato para andar más.
Aunque parezca infantil, está demostrado que el simple hecho de
registrar la actividad diaria consigue aumentarla en un 26%. Las
medallas que se otorgan y los mensajes de ánimo que se envían a la
página y a la misma la pinza, también suponen un acicate
para que su dueño no se estire en el sofá antes de cumplir con el
compromiso de 10.000 pasos al día.
Lo primero es registrarse en la página Fitbit.com. Una cuenta de correo y una clave bastan para darse de alta y sincronizar la base de la pinza con el ordenador, aunque la pinza se conectará automáticamente a una distancia de cuatro metros sin necesidad de cables y de la estación fija. Siempre que se tenga esta base, la sincronización se podrá realizar en cualquier ordenador vía Internet. Es tan elemental que el aparato carece de folleto de instrucciones. Se actualizan rápidamente los datos diarios, con lo que comienza a aparecer gráficos e históricos de la actividad, así de cómo va tu plan de reducción de peso. También con la actividad van llegando mensajes de ánimo.
Cada vez que se aprieta la pinza aparecen la hora, los pasos dados, los kilómetros recorridos, los pisos subidos y las calorías quemadas. De entrada, el sistema pone de objetivo los 10.000 pasos diarios, aunque cada cual puede fijarse los suyos. Esto se debe a que según estudios médicos norteamericanos 8 horas de sueño y 10.000 pasos diarios previenen muchas enfermedades cardiovasculares.
El aparato sin la página web de poco vale, pues no registra las estadísticas diarias, semanales, mensuales y anuales, de todo, tanto del ejercicio como del peso y de los alimentos ingeridos. A la misma página llegan mensajes de ánimo, y enlaces a Twitter o FourSquare para contar al mundo, y especialmente a otra gente en la misma movida, los progresos de cada día. El sistema es adictivo, pues va informando de los objetivos cumplidos.
La simplicidad de Fitbit tiene sus desventajas. Ya habíamos dicho anteriormente que es un aparato más para gente sedentaria que para deportistas. El Fitbit reconoce los pasos dados (andando o corriendo) en la cinta, pero no los ejercicios realizados con otros aparatos, como las bicicletas estáticas o los de steps (peldaños), tampoco discrimina si se realizan paseos con peso. Otra cosa es que en la web se escriba la actividad realizada, como tenis, ping pong o padel, pero la pinza no los cuenta. Fitbit tampoco sirve para los largos en la piscina, porque no se puede mojar, así que mejor lo coloque en una zona seca de su cuerpo si suda mucho cuando mueve el esqueleto.
Gracias a la incorporación de altímetro, al Fitbit calcula los paseos de montaña o los pisos subidos.
Gran parte del éxito depende de la fuerza de voluntad de cada cual. El Fitbit no puede adivinar lo que se come ni el peso que se va perdiendo (o ganando) si diariamente no se apuntan los datos en la página web. De momento, aunque se quiera, es imposible, los alimentos están en inglés. La empresa avisa que pronto se adaptarán al español, pero la realidad es que han empezado a vender el aparato sin adaptar completamente la página al español y lo que tiene sus peculiaridades, como medir en tazas la cantidad de agua consumida.
Los directivos de Fitbit en España prometen adaptarse a la dieta mediterránea, pero esperamos que no solo en la traducción de sus productos sino también en sus raciones. No es lo mismo una ensalada de frutas en Estados Unidos que en España y, por tanto, tampoco las calorías que aportan los alimentos ingeridos.
En cuanto al peso, estamos en las mismas. Al igual que no hay dos relojes que den la misma hora, tampoco las básculas. El problema se soluciona pesándose siempre en el mismo lugar y a la misma hora.
Una de las ventajas de Fitbit sobre otros medidores de ejercicio es que también mide la calidad del sueño. En el momento de echarse a dormir hay que colocarse la pinza en una muñequera (incluida en el lote) y apretar el reloj unos segundos hasta que empiece a correr el cronómetro. En el momento de despertarse se vuelve a apretar la pinza hasta que se detiene el crono. Luego, cuando se desee, se acerca el Fitbit a la base conectada al ordenador por usb y se actualiza automáticamente. Así como se tienen más o menos idea del ejercicio diario, no ocurre lo mismo con el sueño.
Tampoco este aparato americano contempla la posibilidad de echarse una siestecita, como si los norteamericanos no se echaran un break de vez en cuando. El sistema solo registra un periodo de sueño al día.
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