El inventario nocturno me apasiona. Todavía hace buen tiempo, y apetece sentarse en las mesas que los cafés sacan a la calle. En una mesa hay una pareja sentada. Más allá, dos. Más adelante encuentro un bar donde han juntado cuatro mesas porque 10 o 12 personas han formado un grupo. Todo el mundo parece vivir relajado de noche.
Todos los puntos de luz, de noche, hacen revivir otros días. La puerta metálica de un taller de coches, cerrada. No sé si está abierta, de día. Era mi mecánico, y no hace mucho ha muerto, joven. Un hombre introduce una llave en la cerradura de una puerta y entra en su casa. Cincuenta pasos más allá, veo un chico que sale de su casa. Todos los movimientos se recortan en la noche. Paso junto a una cabina de teléfonos. En su interior hay una chica, hablando. Es rubia, delgada. Habla en ruso. De día no me habría dado cuenta.
Me gustaría pasar 24 horas en uno de estos chaflanes. Cuántas cosas pasan, si uno tiene paciencia. De vuelta a casa, avanzo a una pareja mayor, han sacado el perro a pasear. Estoy a tiempo de oírle a él diciendo: "Cuando llegue, me tomaré una pastilla". Qué maravilla, la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario...