02 octubre 2006

¿Adelgaza Internet?

¿Cómo librarse de alguna enfermedad cardiovascular, de las que acabamos de saber que muere uno de cada tres españoles? No hay varitas mágicas, y sí muchos consejos y normas de vida que debemos tratar de cumplir por nuestro propio bien y el de nuestros allegados.

Y ya que no hay varitas mágicas, está claro que Internet tampoco lo es, pero, al parecer, el hecho de comprar por Internet podría contribuir a mejorar nuestra salud, o al menos aconsejarnos, sobre cómo llevar una dieta de buenos productos, a nuestro gusto, pero, a la vez, más saludable. Veamos cómo.

La mayor parte de la población sabe que el consumo excesivo de grasas (sobre todo las saturadas), puede llevar al desarrollo de enfermedades como dislipemias y problemas cardíacos o cardiovasculares. Pese a que es sabido que es posible alcanzar los objetivos cardiosaludables mediante sencillas modificaciones en la dieta, este mensaje es con feecuencia difícil de transmitir y las estrategias preventivas desarrolladas hasta ahora han tenido un éxito limitado.

"En los últimos diez años muchos supermercados han introducido servicios de venta por internet, lo que nos da una oportunidad única para trasmitir recomendaciones de manera automática a un gran número de personas", explica Rachel Huxley, del Instituto Internacional de Salud George, de la Universidad de Sidney (Australia), quien ha estudiado el potencial de la compra on line como herramienta educativa y preventiva en materia de alimentación.

El trabajo, cuyos resultados se publican en el último número de Public Library of Science/PLoS Clinical Trials, contó con la participación de 497 personas con una edad media de 40 años y que compraban alimentos para al menos otros tres comensales. Se elaboró una lista de productos para su adquisición on line en función de la frecuencia con la que son comprados en el supermercado y se seleccionaron 383 alimentos de consumo habitual cuya tasa de contenido en grasa saturada superaba el 1 por ciento.

La mitad de los compradores fueron asignados al grupo de intervención, en el cual iban recibiendo información específica y detallada sobre los alimentos que habían adquirido. Este proceso se llevaba a cabo de manera automática gracias a un programa informático que comparaba los alimentos seleccionados con la lista de productos con más de un 1 por ciento de grasa saturada.

Cuando el participante elegía uno de los alimentos ricos en grasa (de la lista previamente fijada), se le ofrecía la oportunidad de cambiarlo por un alimento alternativo con bajo contenido en grasa saturada. En este caso la pantalla del ordenador se dividía y presentaba ambos productos frente a frente. Una vez decidida la compra se volvía al proceso habitual. Los participantes del grupo de control recibieron información general no específica sobre cómo seguir una dieta con bajo contenido en grasas saturadas. Estas recomendaciones se presentaban en forma de páginas estáticas y estaban basadas en la información facilitada por la Fundación Australiana del Corazón.

Según el estudio, la cantidad de grasa saturada adquirida en el grupo de intervención fue un 10 por ciento menor que la del grupo de control. Los efectos de la intervención se mantuvieron en las compras posteriores y se observaron diferencias en el coste medio de la comida comprada por ambos grupos. Por lo tanto, "se trata de una herramienta eficaz y barata para disminuir el consumo de grasas y mejorar los hábitos alimenticios", ha explicado Huxley.

Por todo ello, podemos concluir con que hacer la compra a través de Internet no sólo es cómodo y rápido, sino que también puede tener otras ventajas, como ayudarnos a comer mejor e incluso a adelgazar. Esta investigación australiana evidencia la utilidad de esta herramienta para orientar la elección de los compradores hacia alimentos más saludables, en concreto con menor contenido en grasas saturadas.

Como hemos visto, el sistema se probó entre usuarios de un supermercado con servicio de pedido 'on line'. A la mitad se le aplicó el nuevo sistema y al resto (grupo control), se le ofreció, también vía Internet, consejos dietéticos generales, sin especificar los alimentos. Tras cinco meses de seguimiento, se comprobó que la cantidad de grasa saturada total de la compra de los primeros era un 0,66% inferior a la de los segundos, lo que sería equivalente a una reducción del 10% del contenido graso de los productos adquiridos.

Como curiosidad, cabe decir que los artículos que con mayor frecuencia se modificaron fueron los lácteos.

Además, no hubo diferencias en el precio final de los carritos de unos y otros.

Los autores destacan las bondades del sistema para influir en los hábitos alimenticios con intención preventiva a un coste bajo.

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