“No tengo tiempo”. “No me pilla ningún gimnasio cerca”. “No tengo dinero para gastarme en matrículas ni equipo”…
¡Se acabaron las excusas! Si se trata de ponerse en forma, existe un ejercicio tan barato como adecuado para cualquiera: caminar. Sencillo, ¿verdad?
Vamos a ir un paso más allá para proponer una modalidad de caminar que combina ejercicio y relajación: breathwalking, o meditar caminando. El secreto está en unir ejercicio con una respiración controlada, marcando un ritmo interior que nos ayude a dejar la mente en blanco. Se comienza con ejercicios de estiramientos muy suaves, liberando las articulaciones. Mover los hombros, hacer círculos con los tobillos, estirar las cervicales… Es importante liberar el cuerpo de tensiones.
Después, se inicia el paso suavemente, poco a poco, para ir subiendo de ritmo gradualmente, pero siempre a una intensidad que resulte cómoda. Es vital concentrarse en el movimiento, sentir como se pone un pie delante de otro y como los músculos se van calentando. La clave está en sentir cómo el aire entra dentro del cuerpo al respirar y cómo llega a todas partes. De esta forma, la respiración se hará cada vez más profunda. Imagine el aire como si fuera una energía luminosa que llegara al estómago, y poco a poco, sentirá cómo se deshacen las tensiones.
Al cabo de unos diez minutos, hay que empezar a dar un ritmo concreto a la respiración, contando hasta cuatro mientras inspira y de nuevo hasta cuatro al espirar. Exige algo de concentración e insistir en el ritmo, pero es posible conseguirlo en poco tiempo. Lo importante es concentrarse en ese ritmo, convertirlo en una especie de mantra. Al respirar profundamente, no sólo llega más oxígeno al cerebro, sino que además se consigue un estado de bienestar intenso. Tras la caminata (que debe durar de 30 a 60 minutos), se pueden hacer ejercicios de yoga, o simplemente, de estiramientos muy calmados y tranquilos, controlando siempre la respiración.
Fuente: hola.com/belleza/enforma - 7/sept/2006
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