Científicos coinciden en la importancia de respetar el reloj biológico en hábitos como el sueño o las comidas para evitar dañar el organismo, y acuñan un nuevo concepto: la socialización del "Jet Lag".
Mucho se habla del reloj biológico que gobierna el cuerpo humano. Ese concepto ha saltado al lenguaje cotidiano de la gente sin que en muchas ocasiones se sepa de qué se trata o cómo funciona.
El ritmo circadiano es uno de esos relojes que permiten a los organismos vivir de acuerdo con los ciclos del día y la noche: la naturaleza nos otorga un ciclo que se reproduce cada 24 horas y a través del cual se ajustan los ritmos internos de los seres vivos. El estudio de estos ciclos se conoce como cronobiología. Uno de los trastornos más conocidos provocado por el no respeto del ritmo circadiano es el "Jet Lag"; es decir, cuando en viajes largos se traspasan varios husos horarios. Científicos de diferentes universidades abordaron nuevamente el asunto en el Foro Científico Europeo en Munich.
El ojo, la alarma del reloj biológico
El neurocientífico Russell Foster, profesor del Imperial College de Londres, estudia desde hace años los efectos que padecen los organismos vivos que no respetan los ciclos de luz a los que están acostumbrados: "Años de investigaciones han desvelado que el ojo utiliza la intensidad de luz que recibe para controlar el reloj biológico interno. El órgano visual tiene dos sistemas de detección de luz diferentes: uno que sirve para analizar el espacio en el que nos encontramos y otro que informa sobre la viveza lumínica que hay en nuestro entorno", afirma el científico. "El segundo de los sistemas funciona de una manera muy diferente al primero: le da al reloj biológico la información necesaria para establecer las demandas de actividad y descanso que pide el cuerpo en cada momento".
En definitiva, el ojo le da al cuerpo la información pertinente para establecer cuándo se tiene que ir a la cama, cuándo hay que levantarse o cuánto tiempo de exposición a la luz necesita. Si el reloj biológico recibe actividades diferentes a las que esperaba, surgen los trastornos.
Martha Merrow, profesora de la Universidad holandesa de Groningen, coincide con el investigador Foster en la importancia del ritmo circadiano: "El reloj biológico regido por ese ritmo lo domina todo: desde los genes a las proteínas. Todos los organismos, desde las bacterias hasta los seres humanos, parecen controlar su comportamiento y su psicología a través de él".
Socialización del "Jet Lag"
Alrededor de la mitad de los europeos sufren trastornos físicos y psíquicos derivados de no respetar su reloj biológico: es lo que se conoce por la socialización del "Jet Lag", y no porque uno de cada de dos europeos crucen el Atlántico en avión diariamente, sino, sobre todo, porque tienen que trabajar o estudiar en horarios para los que su cuerpo no está preparado. No como el reloj biológico espera , ni como el cuerpo necesita, sino como el empresario o el profesor establecen. Asimismo, la iluminación en los edificios dista mucho de corresponder con la que nuestro cuerpo espera.
Esta falta de respeto al reloj biológico tiene sus consecuencias: está comprobado que el 10% de las personas que viven de una manera acorde a lo que les pide su organismo son fumadoras, mientras dos de cada tres ( 66%) de las que van adelantadas o atrasadas a su reloj echan mano de la nicotina. El hecho de vivir desacoplado de su reloj también puede tener consecuencias cardiovasculares o psíquicas. "Los trabajadores nocturnos, por poner un claro ejemplo, pueden sufrir más fácilmente enfermedades gastrointestinales, cardiovasculares e incluso aumentar las posibilidades de convertirse en diabéticos", apunta el profesor Foster, que pone otro claro ejemplo de esa población de riesgo: los astronautas.
Trastornos alimenticios
Los trastornos del sueño suelen ir acompañados por una alimentación poco ordenada y equilibrada. A principios del mes de agosto, un estudio presentado por la Universidad de Tejas en Dallas informaba sobre las consecuencias que pueden tener los cambios en las costumbres alimenticias: los científicos norteamericanos dieron de comer en plena luz del día a ratones que se alimentan habitualmente por la noche. Poco tiempo después, los animales comenzaron a esperar el alimento por el día. La parte del cerebro que controla el reloj biológico dejó de actuar para pasar el control a otras partes del mismo: el organismo del ratón se quedaba de nuevo sin su principal brújula.
¿La solución?: una "Utopía"
El reloj biológico y todo el vocabulario científico que le suele acompañar han vuelto a saltar a los medios de comunicación en Alemania: "Die Zeit" le dedica un artículo en su edición online a las consecuencias que puede tener para el cuerpo humano ignorar los ciclos normales del reloj biológico.
En el reportaje, Martha Merrow llama de forma pesimista "Utopía" a la que sería la mejor solución a este problema: que el empresario otorgara el turno al trabajador teniendo en cuenta en qué horario desempeña éste mejor sus labores: es decir, atendiendo a su reloj biológico.
dw-world.de - 28.agosto.2006
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