20 julio 2006

La calle para quien la pedalea

Contemplando el saturado estado del tráfico en el casco urbano de las ciudades, agravado con los cortes de calles por necesidades de las obras, etc. No puedo evitar pensar en el tremendo error que estamos cometiendo al urbanizar nuestras vidas en función del automóvil, quedando el factor humano en un segundo plano.

A los españoles no nos suele gustar la importación de las experiencias positivas de otros lugares, prefiriendo estamparnos una y otra vez contra nuestra propia estupidez. Curiosamente, ponemos las sociedades escandinavas como ejemplo de modernidad, tolerancia y humanidad. Sin embargo, no hacemos nada para parecernos a ellas.

La mayor parte de las ciudades del norte de Europa, como Estocolmo, Copenhague o Amsterdam, están organizadas pensando en la gente. Así, la bicicleta y los pies son los sistemas de transporte más extendidos en detrimento de los coches, cuya circulación en muchos casos queda prohibida. Y si lo que hace falta es transporte público, se recurre al tranvía, sistema que, además, no contamina (al menos excesivamente).

Si la bicicleta es apropiada en ciudades con un clima bastante hostil, ¿por qué no lo adoptamos aquí? ¿Qué sentido tiene que en países más ricos y avanzados se recurra a pedalear para desplazarse mientras que en el nuestro, más atrasado y subvencionado, quememos hidrocarburos y contaminemos para ir de aquí a la esquina?

En la actualidad, moverse en bicicleta al menos por estos lares, es jugarse el bigote. El coche es el rey de la calle y todo gira a su alrededor. Y por él pagamos el precio de los ruidos, los humos y la ocupación.

No daremos el salto a la modernidad hasta que no nos decidamos a devolver las calles a las personas. Gran parte de nuestra zona es perfectamente apto para desplazarse en bici. Tiene que llegar la hora de limitar el uso del coche a las largas distancias o las necesidades puntuales y ponernos a caminar y pedalear.

Lo agradecerán nuestra salud, el bolsillo y el medioambiente. Y los vendedores de bicicletas, lógicamente. Por ello, es de agradecer propuestas para la extensión de los carrilles bici y el proyecto autonómico de unir nuestros pueblos por medio de tranvías son un soplo de aire fresco y moderno.

Gracias por ello, y que no quede en nada.

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