Un declive en la tolerancia al ejercicio puede preceder a una dificultad en la movilidad, sobre todo en personas sedentarias. Por este motivo, la valoración de la forma física puede ser útil como un indicador temprano de limitaciones en el funcionamiento habitual del individuo. Hasta ahora, las pruebas de esfuerzo, como la cinta rotativa, se habían utilizado para ver la respuesta cardiaca durante una actividad física. Sin embargo, se habían realizado pocos estudios para evaluar la eficacia de este tipo de pruebas en personas sanas.
Investigadores de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, han llevado a cabo un estudio para probar la utilidad del "gran pasillo", como denominan a la prueba que consiste en caminar a paso ligero durante 400 metros, como predictor de la mortalidad cardiaca en ancianos sanos.
En el estudio, publicado en la revista 'Journal of American Medical Association', participaron 3.075 adultos de una edad entre 70 y 79 años sanos, sin dificultad para caminar y con capacidad para desarrollar las actividades cotidianas de la vida diaria.
Los participantes debían caminar por 10 pasillos de 40 metros, después de haber hecho un calentamiento de dos minutos. Las instrucciones eran "camine lo más rápido que pueda, sin correr, a un paso que pueda mantener". Por seguridad médica, los investigadores excluyeron del estudio a aquellas personas con alteraciones en su electrocardiograma, tensión arterial elevada, taquicardia o bradicardia, dificultad para respirar o dolor en el pecho.
De los 2.680 elegidos para la prueba, 2.324 (86%) completaron los 400 metros mientras que 356 (13%) no lo finalizaron. Los participantes podían parar si notaban fatiga u otros síntomas y el personal del equipo pedía que abandoran la prueba si detectaban taquicardia persistente (>135/min).
Valoración de los resultados
A los seis años del test, 430 participantes habían fallecido. Entre aquellos que habían sido excluidos o que habían abandonado la prueba, la tasa de mortalidad total era mayor que para quienes completaron el "gran pasillo". Después de ajustar ciertas variables, como características sociodemográficas y otros factores de riesgo cardiovascular, el análisis de los datos mostró que seguían teniendo más riesgo de muerte los que no habían superado la prueba.
El estudio también mostró que quienes recorrieron los 400 metros sin problemas tenían menos riesgo de sufrir en el futuro incidentes cardiovasculares, limitaciones persistentes de la movilidad y patologías incapacitantes.
Entre los participantes que completaron los 400 metros, cada minuto de tiempo adicional en el recorrido fue relacionado con una mortalidad un 29% superior, con una tasa de enfermedad cardiovascular un 20% mayor, y con una incidencia de enfermedades discapacitantes o limitación de la movilidad un 52% superior.
"Estos resultados reflejan la evidencia bien establecida en hombres y mujeres de mediana edad de que la buena forma física es un predictor independiente de la mortalidad total o por causas cardiovasculares [...] Apoyan el potencial para que este test pueda ser un útil sustituto a la prueba de la rueda de molino [o prueba de esfuerzo] como un predictor de resultados adversos en adultos ancianos", afirman los investigadores.
A pesar de las limitaciones del estudio, como que la información sobre la movilidad provenía de los propios participantes, los autores indican que la buena forma física por sí misma es un factor pronóstico de estos resultados adversos de salud en personas octogenarias y respalda la idea de que la capacidad de ejercicio es una diana modificable incluso a los 70 o más años.
"Esta prueba puede capturar información adicional sobre la gravedad de condiciones subyacentes a largo plazo no detectadas por otras medidas de enfermedad clínica o subclínica", aseguran los investigadores.
Finalmente, los autores del estudio insisten en que "el test puede ser útil en la práctica clínica para la identificación de un temprano declive en el funcionamiento" de adultos mayores.
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