Christoph Rehage decidió volver a su casa, en Alemania, al final de su intercambio universitario en China a pie. Caminó y caminó de oriente a poniente durante un año. Entonces se detuvo y preparó un magnífico video.
Chris, ¿en qué te parece que se base el éxito de tu video en internet?
Hmm... Yo tampoco sé bien. Quizá se deba simplemente a que muchos ven proyectadas sus propias ideas de lo que es la vida en el video del viaje.
Tú cruzaste a pie el Desierto de Gobi y por ahí conociste al Maestro Xie. Le dedicas a él tu video. ¿Por qué? ¿Qué te enseñó? ¿Por qué se convirtió en una persona importante para ti?
Me encontré al Maestro Xie en medio del desierto cuando caminaba, igual que yo, hacia China Occidental. Coincidimos en que el destino era quien nos había presentado. El Maestro Xie camina por China desde 1982, ya pasó por todos lados, lo ha visto y vivido todo, así que no tardé en darme cuenta de que tenía algo importante que aprender de él. Se ríe mucho. Una vez me dijo: “¡Tú hiciste tus propias reglas del juego, tú eres dueño del juego!” Me tardé en entender lo que quiso decirme.
Nosotros medimos normalmente la distancia en metros o kilómetros, pero el Maestro Xie la mide en tiempo: camina desde 1982, quién sabe cuántos kilómetros haya recorrido ya. ¿No es este un ejemplo de lo que quiere decir con eso de “haz tus propias reglas”? ¿Cómo podemos aprender a pensar de una manera diferente?
Jaja, yo tampoco lo sé. Pero es una observación interesante. Me parece que para el Maestro Xie, la eficacia no tiene mucho sentido. Él simplemente camina. No es que se sienta llamado a eso, no hay nada que quiera demostrar o algo particular que quiera experimentar. Para él, caminar es vivir. Eso lo distingue de la mayoría de las otras personas – también de mí – que hacen algo parecido.
También le dedicas tu video al amor. ¿Por qué? ¿Se trata del amor platónico o de esa chinita que se despidió de ti en el aeropuerto? ¿Quién es ella?
Ésta es también una buena pregunta que me resulta difícil de responder. Creo que para mí fue muy importante reconocer que en mi universo podía haber algo más importante que mi caminata. Por eso le agradezco al amor esa liberación. El amor a la caminata es algo platónico – me alegra pensar en ella pero no debo supeditarle todo.
¿Quién eres tú hoy: el muchacho con barbas que cruzó China arrastrando un cabús o mientras tanto te has convertido en otra persona? ¿Qué tan importante es lo que poseemos?
Bruce Chatwin dice en The Song Lines “...si nuestros instintos fueron formados en el desierto, formados para sobrevivir a las extremas condiciones del desierto, entonces es más fácil entender por qué nos aburren las praderas verdes, por qué nos cansan las pertenencias y por qué el hombre imaginario de Pascal ve las comodidades como prisiones”.
A veces, la caminata me parece muy lejana, y a veces, por el contrario, muy cercana. Por supuesto que me gusta disponer de cosas y poder decir: “Esto es mío”. Pero lo bonito de caminar es también, tal vez, ¡que uno sólo puede tener lo que necesita y lo que puede llevar consigo!
En español hay una expresión que dice “trabajo de chinos”, lo cual significa, un trabajo que debe hacerse con mucho cuidado y muy pacientemente. Cuando uno lee cómo hiciste el video, me parece que se trata de un “trabajo de chinos”. ¿Son así los chinos en realidad? ¿O más bien los alemanes? ¿O quizá ya te convertiste tú en un chino-alemán?
Hmm... creo que depende del carácter. Algunas personas son perfeccionistas (creo que Freud lo explica de otra manera).
Tú sobreviviste a una tormenta de arena, fue uno de los momentos más espectaculares de tu viaje. ¿Puedes describirla? ¿Cómo fue?
Jaja, “sobrevivir” suena muy heroico, ¡para nada! Sí me dio miedo y había muchísima arena, y eché un grito estúpido de puro miedo como uno de esos extras en una película de Hollywood, pero tampoco era para tanto. Lo realmente curioso es que una tormenta de arena es como una nube de arena gris oscuro en el horizonte que se separa un poco del resto del cielo. Uno puede reconocer hacia dónde se dirige esta masa oscura. Y si de repente cambia de dirección y se te echa encima entonces... ¡argh!
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