Los pequeños vicios que muchos aseguran son la sal de la vida (tabaco, alcohol, comilonas), unido a la falta de ejercicio físico, perjudican el sistema circulatorio. El 90% de las enfermedades del corazón son consecuencia de la presencia de estos factores de riesgo en los hábitos de vida. La mejor ayuda para el corazón radica en reflexionar --y actuar-- sobre nuestro estilo de vida.
Los expertos advierten de que llevar una vida saludable podría reducir el número de afectados por patologías cardiovasculares, y la mortalidad asociada a ellas. España es uno de los países con peores hábitos. Cerca del 30% de los españoles padece hipertensión, porcentaje que aumenta hasta a un 68% en el caso de las personas mayores de 60 años. Además, dos millones y medio de personas han sido diagnosticadas de diabetes, cifra que se estima se duplicará en el año 2050.
La causa más común de las enfermedades cardiovasculares es el estrés, un problema instalado sin remedio en nuestra sociedad. Trabajo excesivo, ansias de éxito y sacrificio del tiempo libre son las tres variables de la ecuación que conduce a una vida estresada. De ahí al infarto sólo hay un paso. La culpa recae sobre la adrenalina, sustancia que se produce a marchas forzadas cuando la ansiedad se convierte en un compañero de nuestras vidas.
La mala alimentación provoca la aparición de colesterol. Los alimentos ricos en grasas reduce la capacidad de circulación por las arterias, al acumularse el colesterol en las paredes y restringir el camino de la sangre hacia el corazón. La obesidad es una amenaza en las sociedades occidentales. No es una cuestión de estética, sini de salud.
Por supuesto, el tabaco, alcohol y otro tipo de drogas son otros de los grandes enemigos del corazón. El músculo cardiaco se ve obligado a acelerar su trabajo cuando se consumen estas sustancias, y el riesgo de sufrir un infarto aumenta según se incrementa el nivel de adicción. Los fumadores tienen tres veces más probabilidades de sufrir una parada del corazón que las personas que que no lo son.
Y sobre todo el sedentarismo, o la falta de ejercicio físico. Se considera a una persona como sedentaria cuando no realiza una actividad aeróbica (correr, andar, practicar deporte,…) al menos tres veces por semana, que tenga una duración de entre media hora y sesenta minutos.
El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Fuente: blogs.periodistadigital.com - 04.10.06
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