21 marzo 2006

Estamos hechos para dormir la siesta

Según los estudios, el ser humano está programado para dormir por la tarde sin que eso suponga ningún perjuicio en su rendimiento.

Al contrario, numerosas investigaciones han demostrado que este paréntesis permite aumentar la concentración, el rendimiento, la productividad y la creatividad.

Existe una predisposición natural en el ritmo circadiano del ser humano para dormir por la tarde, lo que permite aumentar la capacidad física e intelectual, relajar los músculos y la mente y, para qué negarlo, disfrutar de este pequeño placer en mitad del día.

Al ciclo diario que indica, como un reloj biológico interno, cuándo despertar y cuándo dormir, se le denomina ritmo circadiano.

Además de su efecto reparador, la siesta refuerza el sistema inmunológico. Favorece un tipo de sueño profundo (de ondas de baja frecuencia) durante el que se segregan hormonas que renuevan los tejidos y fortalecen el sistema inmune.

Después de comer la temperatura del cuerpo desciende y nuestro organismo produce unas sustancias soporíferas que provocan la sensación de sueño en las primeras horas de la tarde.

Y es que la siesta está muy relacionada con el reloj biológico que nos produce sueño por la noche. Este sistema se ubica en la región del cerebro que controla los cambios en la temperatura de la piel, la agudeza visual y la concentración, entre otros.

La mayor parte de los accidentes de tráfico tiene lugar entre las 2 a.m. y las 4 a.m., y en las horas centrales del día, de 2 p.m. a 4 p.m.

Circunstancia que el Centro Francés de Sueño atribuye a la falta de concentración que impide reaccionar a tiempo a los imprevistos. Esto ha llevado a muchas firmas, en distintos países, a instalar nap lounges o salas del sueño, que permiten a los trabajadores desconectarse por media hora.

Fuente: EFE

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