Todos deseamos contar con alguna píldora mágica que elimine las arrugas, reduzca el riesgo de sufrir ataques cardíacos y nos prevenga de la demencia garantizándonos que llegaremos a vivir hasta los 99 años. No apueste demasiado a esta píldora. Pese a la promoción de productos que aseguran prolongar la vida y la energía, nada que podamos comprar, en caja, botella o frasco, demostró aumentar algo, más que nuestras cuentas.
"No existen píldoras ni pociones con un probado poder para aumentar la longevidad y, de hecho, muchas de ellas plantean muchas dudas respecto de sus efectos colaterales", recuerda Richard Hodes, director del Instituto Nacional del Envejecimiento, de los Estados Unidos.
Sabemos a qué productos se refiere Hodes, la hormona del crecimiento, la testosterona, los antioxidantes y los suplementos dietarios, que pensamos en a medida que las señales de envejecimiento se multiplican.
Morir es inevitable. Lo que los seres humanos podemos hacer es ejercer algún control sobre el tipo de vida que llevamos. Hodes asegura que hay estudios que muestran que cerca del 25% de la forma cómo envejecemos se ve condicionada por la genética y el 75% restante por el medio ambiente.
James Fries, profesor de Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, dio a conocer allá por 1980 su teoría, en la que vaticinaba que habría una sociedad en la que la mayoría de la gente podría tener una larga y productiva vida, con un breve colapso hacia el final. Fries proponía, en otras palabras, que en lugar de sufrir alguna enfermedad cardíaca progresiva, incapacidad física o demencia 20 años antes de la muerte, es posible mantenerse activo y en buen estado físico hasta los 83 años, por ejemplo, para morir del mal que nos alcance a los 84 u 85.
Los que siguen son nueve consejos sencillos que uno puede adoptar, que la ciencia asocia con una vida más larga y saludable.
1) Haga ejercicio todos los días. Múltiples investigaciones sugieren que la práctica regular de una actividad física retarda el deterioro del cuerpo a pesar de que el mecanismo exacto con el que lo haría es un misterio. La actividad física mejora la circulación y ayuda a mantener el peso dentro de parámetros saludables. El equilibrio y fuerza muscular ayudan a que suframos menos caídas y lesiones.
2) Siga una dieta saludable. La obesidad está relacionada con la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas y el 20 por ciento de los cánceres. La clave contra la obesidad es aumentar la ingesta de frutas, verduras y granos y evitar la comida chatarra y las gaseosas, además de reducir el tamaño de las porciones.
También es importante consumir vitaminas y minerales a medida que envejecemos, según recomienda la Academia Nacional de Ciencias de los EE.UU. La vitamina B-12 nos protege de la anemia y males neurológicos, además de reducir el riesgo de infartos, derrames cerebrales, mal de Alzheimer, mal de Parkinson y osteoporosis. Y la D ayudaría a protegernos del cáncer de mama, colon y próstata.
3) No se aísle. Cuanto más conectado esté uno con la comunidad más años vivirá. La cardiopatía es uno de los riesgos que se reducen cuando pasamos más tiempo con los otros. Estar casado y tener amigos también influye.
4) Cuidado con el alcohol. Un estudio publicado en el New England Journal of Medicine halló que una bebida alcohólica por día ayuda a bajar el riesgo de problemas cognitivos en mujeres. Los científicos dicen que el consumo moderado de alcohol reduce los coágulos sanguíneos y la presión arterial y eleva el colesterol bueno, el HDL.
5) No fume.
6) Ejercite su cerebro. Mantener a nuestro cerebro ocupado nos ayuda a prevenir la demencia, el mal de Alzheimer y otros trastornos cognitivos. Por eso, no dude en aprender un idioma nuevo, hacer palabras cruzadas o leer.
7) Colabore con su médico. Es preciso que lo pongamos al tanto sobre cuáles son las enfermedades en nuestra familia, qué tipo de vida llevamos y el medio ambiente en el que nos movemos, entre otros detalles.
8) Aleje al estrés
9) Sea feliz. Cuanto más optimista es una persona más fuerte es su sistema inmunológico. Baja también el riesgo de sufrir un infarto.
Fuente: The Washington Post
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