10 mayo 2005

La paradoja femenina


En España, como en muchos otros países del mundo, las mujeres viven más que los hombres. Aquí la expectativa de vida de las féminas al nacer es siete años superior a la que tienen los varones. Probablemente, dentro de algunos años las españolas se colocarán en el número uno de la lista de la longevidad del planeta, por encima de chinas y japonesas, ahora las primeras.

Tan buenas estadísticas contrastan con la percepción que tienen las mujeres sobre su estado de salud. De acuerdo con la última encuesta publicada por el Ministerio de Sanidad español, el 33% de las ciudadanas de nuestro país opina que su estado de salud no es bueno. En eso aventajan en casi nueve puntos a los hombres. ¿Por qué? Quizá porque los hombres se quejan, por un falso pudor, menos que ellas y -sobre todo- porque estos últimos desprecian los estilos de vida saludables, ignoran los signos y los síntomas que auguran que algo puede ir mal y apenas hacen uso del diagnóstico precoz de dolencias potencialmente graves. El resultado es claro: mayor mortalidad en el llamado sexo fuerte a la vez que una sensación menor de estar enfermos.

Protagonismo.
Por otra parte, ellas, al estar desde siempre acostumbradas a cuidar a niños y mayores, tienen mayor conciencia de lo que es la salud y la enfermedad y por eso consumen recurosos sanitarios en mayor grado. Asimismo, estos cuidados se han profesionalizado de tal forma que en un futuro próximo la medicina y la sanidad estarán definitivamente en manos femeninas. Es un dato tajante que el porcentaje de estudiantes de Medicina que son mujeres es hoy superior al de los hombres. En el Gobierno ha habido en los últimos lustros cuatro ministras de sanidad.

Además, por más que les pese a los varones, la palabra Ayudante Técnico Sanitario (ATS) nunca se impondrá a la de enfermera, puesto que esta profesión es, fundamentalmente, femenina. Aunque se quejen más, viven más y, sobre todo, pronto serán las responsables de la salud de todos.

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