Para practicar el free-running o le parkour –otra de sus denominaciones- hay que andar por las ciudades haciendo ejercicios osados, temerarios. Los franceses Sebastien Foucán y David Belle, son los creadores de este excéntrico y peligroso deporte que se sesarrolla por el paisaje urbano, en especial de techos y terrazas, para gastar energía.
La verdad que es lo más parecido a lo que haciamos de pequeños, despues de hacer alguna gamberrada y tenias que poner pies el polvorosa para que no te pillaran, no existia obstáculo que no puidieramos sortear, en fin.
El asunto comenzó en 1988 cuando Foucán y Belle, sumergidos en plena adolescencia y aburridos como pocos, decidieron que era hora de transformar los simples trotes y las corridas. Inspirados en las carreras de obstáculos, empezaron a correr a toda velocidad de techo en techo y de casa en casa por las diferentes manzanas de Lisses, su barrio natal en los suburbios de París.
La cosa podría haber quedado en un simple juego de adolescentes, pero la adrenalina hizo mella y el asunto les fascinó. Los rebeldes jovencitos crecieron calzándose zapatillas y rodilleras y animándose a cada vez más. Ya no se trataba de saltar de techo en techo, sino de subirse a las azoteas de los edificios más altos e impulsarse de uno a otro edificio. El asunto podría haber quedado entre ellos dos, pero tampoco fue así.
Con el tiempo, fueron sumando adeptos y lo siguen haciendo, a tal punto, que ya son tres las asociaciones que este deporte ha logrado fundar alrededor del mundo. La lista comienza en Finlandia, sigue por Holanda Holanda y pasa por el Reino Unido y aunque en Alemania, Estados Unidos y en el Este asiático no tienen oficialmente una asociación que agrupe a los seguidores, se han organizado fuertes comunidades de fanáticos del free-running.
Desde su web, Foucán asegura que el free-running no es un juego sino una verdadera disciplina. Mientras su colega Belle deja en claro que practicar este deporte es una filosofía de vida. “Es una nueva forma de interactuar con el ambiente que nos rodea, para poder hacer frente a todos los obstáculos que se presentan. Supone el conocimiento de uno mismo y el desafío contra sus propios miedos porque los obstáculos no son siempre lo que nos imaginamos. Más que un deporte, es un arte, una filosofía diaria”, dice desde su página oficial.
Lo cierto es que hoy, para ser un free-runner, hay que animarse a saltar a través de techos, paredes, trepar por edificios altísimos y otras estructuras, subirse a postes y pilares, caminar a lo largo de barandillas y medianeras diminutas y peligrosas, moverse lo más rápidamente posible encadenando cada uno de los movimientos de forma fluida, estética y original. Algo más que complicado cuando entre un edificio y otro hay unos 10 metros o más de distancia.
A pesar de que la cantidad de fanáticos crece a pasos agigantados, todavía no existen competencias entre ellos y no hay un sistema de puntos que califique a los deportistas, pero todo se andará. Los free-runners sólo reciben la satisfacción personal de la misión cumplida y la aprobación de sus colegas como recompensa, pero de vez en cuando se llevan a casa una bolsa de huesos rotos. Por la extrema peligrosidad que reviste el deporte, Belle y Foucán incentivan a los principiantes a que lo practiquen de la manera más segura posible; con un entrenamiento supervisado y apoyados en un excelente par de zapatillas súper amortiguadas y resistentes.
Aunque parezcan almas gemelas, los creadores del free-running no siempre han estado de acuerdo. En 2001 el director de cine francés Luc Besson los convocó para realizar una película llamada Yamakasi, les samouraï des temps modernes, que cuenta la historia de unos ladrones que utilizan sus habilidades como free-runners para evadir a la policía. Cuando vieron la película terminada, Belle y sus seguidores no estaban conformes con su representación como criminales y rechazaron el proyecto. Desde entonces, él y Foucán se separaron.
Belle siguió su camino y se hizo famoso cuando protagonizó Rush Hour, un anuncio para la BBC de Londres, en el que cruzaba toda la ciudad saltando a través de sus edificios para llegar rápido a casa y poder ver su programa de TV favorito. La audiencia quedó atónita al enterarse de que a pesar de haber saltado más de nueve metros de alto, no se habían usado efectos especiales, alambres ni redes de seguridad.
Mientras tanto, Foucan también preparaba su minuto de gloria al protagonizar Jump London, un programa del Canal 4 de Londres en el cual él y otros dos franceses mostraron todas sus habilidades a través de los edificios más famosos de la ciudad y presentaron oficialmente a la disciplina.
Otra de las participaciones de estos expertos tuvo lugar en las películas Spiderman I y II, donde estuvieron a las órdenes del director Sam Raimi y compartieron cartel con Toby Maguire. Así las cosas, hoy, este deporte urbano que emergió de las profundidades de dos mentes adolescentes, dispuestas a experimentarlo todo sin tener conciencia de lo que hacían, lucha por hacerse un lugar dentro de la comunidad internacional deportiva. Será cuestión de tomar coraje e ir desempolvando las zapatillas. Pero a mí que no me esperen.