Se acuerda de cómo se hacían actividades físicas en los años 70? ¿Recuerda las clases de aerobismo, las mallas y fajas, las interminables sesiones de trote y los equipos de pantalón y buzo? Por entonces, los especialistas nos pedían elevar al máximo nuestro ritmo cardíaco y nos repetían que sin esfuerzo no había ganancia.
Hoy, sin embargo, hay un nuevo mensaje. Deje las calzas en su casa. Ya no tendrá que transpirar o cambiarse de ropa. Simplemente salga a caminar. Los expertos recomiendan realizar una caminata de por lo menos 30 minutos la mayoría de los días de la semana. Redúzcalo si lo desea a breves períodos de caminata rápida. Coinciden en que hacer ejercicio de forma enérgica es fantástico pero que no hay que sentirse presionado.
Investigaciones de las últimas décadas mostraron que la actividad física no necesita ser enérgica para ser beneficiosa. Los estudiosos creen, de hecho, que la costumbre de caminar rápido puede ayudar a prevenir las enfermedades cardiovasculares, el cáncer de colon, la osteoporosis y la diabetes. También hay otros trastornos que pueden revertirse a través de las caminatas —cáncer de mama, depresión, disfunciones sexuales y disminución cognitiva—.
El camino de la ciencia del ejercicio moderno comenzó en los años 50, cuando los investigadores descubrieron que los conductores de ómnibus de Londres que estaban sentados al volante todo el día tendían a sufrir más ataques cardíacos que sus compañeros que caminaban adentro de las unidades de dos pisos cortando boletos. Los estudiosos rápidamente identificaron a la medida de laboratorio de aptitud física —la cantidad de oxígeno que el organismo es capaz de trasladar hasta los músculos durante la actividad física— y recomendaron luego alguna actividad física enérgica.
Los primeros lineamientos sobre actividad física que difundió el American College of Sports Medicine, dados a conocer en 1975, alentaban a la gente a hacer ejercicio seguido y durante mucho tiempo, a entre un 70 y un 90% de la reserva cardíaca máxima.
Diez años después, sólo el 20% de los norteamericanos respetaban estas reglas. Cerca del 40% eran sedentarios. Sobrevino luego una nueva era en materia de ejercicio. Es que habían comenzado a acumularse las evidencias que indicaban que actividades físicas menos enérgicas también arrojaban beneficios para la salud. Fue así como en 1995, el American College of Sports Medicine y el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades de EE.UU., ofrecieron un plan de ejercicios distinto para los estadounidenses. Recomendaban hacer por lo menos 30 minutos de actividad física de intensidad moderada casi todos los días.
Ahora, todas estas recomendaciones parecen anticuadas. Lo último son los beneficios de los ejercicios moderados. Algunas de las conclusiones de los últimos estudios son sorprendentes. Caminar a paso vivo no sólo es mejor para su salud que sentarse a mirar televisión, sino que aparentemente es tan bueno como trotar.
Caminar mejora la circulación sanguínea. Puede también bajar la presión arterial y mejorar el colesterol, factores importantes para prevenir los infartos. Mejora también el manejo que hace el organismo de la glucosa, modifica los niveles de las hormonas, fortalece la densidad ósea, reduce las inflamaciones y mejora el funcionamiento de los neurotransmisores cerebrales.
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