Elija una bota o una zapatilla de empeine suave y ligeramente elástico en la parte delantera, para que los dedos se abran naturalmente. La parte trasera deber ser más rígida, ligeramente más alta en el talón, para aumentar el ángulo que se forma entre el pie y la pierna en el momento en que empieza el empuje y así sostener el tobillo.
Preste atención a la suela. Para terrenos naturales elija suelas con surcos profundos que permitan que la materia que pise pueda evacuarse correctamente; en asfalto, madera o materiales sintéticos, los surcos pueden ser menos profundos, y en campos de hierba o similar, los tacos (de goma o aluminio) son lo más recomendable.
El talón del pie se ajustará a la base del calzado, ofreciendo una fijación total contra el canteo del tobillo.
La punta debe permitir que el movimiento producido al andar no dificulte el riego sanguíneo y confort de los dedos.
Las costuras no deben causar rozaduras en los pies y han de estar confeccionadas con material flexible para que, al andar, se apoye todo el pie, desde el talón hasta los dedos. En la parte de atrás tiene que haber una hendidura para evitar daños en el tendón de Aquiles.
Decídase por un material que transpire, como el cuero o la malla de nylon.
Átese bien las botas. El abrochamiento, debe quedar situado sobre el empeine, para evitar que el aumento del volumen del pie con el ejercicio, lesione los tendones superficiales de la zona, además debe ser firme, pero no impedir la correcta circulación sanguínea.