¡Lo que tienen que soportar!
Todo nuestro peso, caminatas y carreras interminables, tacones de vértigo, zapatos demasiado estrechos.
No sólo los martirizamos, sino que, además, son los grandes olvidados en nuestros cuidados cotidianos. Eso sí, cuando llega el momento de ponerse sandalias nos damos cuenta de que no les hemos hecho caso alguno a lo largo de todo el año.
Y la verdad es que, con que solo les prestemos cinco minutos de atención, pero eso sí, diariamente, podremos presumir de unos pies impecables.
Después de la ducha, utilice una lima específica para pies, que le ayudará a suavizar las durezas y a evitar que se formen otras nuevas. Luego, extienda una capa generosa de crema para hidratarlos y nutrirlos.
Antes de irse a dormir, aplíquese de nuevo la crema.
En el caso de que estén muy resecos, póngales un producto que contenga vaselina y cúbralos, durante la noche, con unos calcetines de algodón. Repita esta operación cuantas veces quiera.
Al menos una vez a la semana, especialmente ahora que hace calor, sumérjalos en agua tibia jabonosa con sales refrescantes para que las durezas se ablanden. Es el momento de aplicar un exfoliante para eliminar las pieles sobrantes. Y déles un buen masaje con una crema nutritiva.
Fuente: correodelcaroni.com - 14 de junio 2006
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