El caminar, deambular, peregrinar, pasear, vagar, errar… son procesos que, pronunciados en el contexto actual de alta velocidad, fe en la tecnociencia y devoción en la comodidad, se vuelven actos singulares, nostálgicos, anacrónicos, de resistencia o, cuando menos, de una cierta dislocación respecto de la ortodoxia del presente.
El caminante es nómada, ser errante; atraído por una filosofía elemental de la existencia cuestiona la controvertida sedentarización de la condición humana contemporánea, fundada sobre una movilidad virtual, sin límites temporales ni espaciales. El caminante abandera la otra velocidad, la lentitud, mientras establece una relación física y activa con lo que lo rodea: su presencia condiciona, modela, transforma el paisaje. Sus pasos, testigos del grado cero del desplazamiento humano, han cobrado valores añadidos: espiritual, estético, literario, exploratorio, reivindicativo, lúdico, ecológico…
Caminar es una afirmación rotunda, positiva, un gesto físico que topa con el mito del progreso, pero que no deja de recordar en todo momento que “la especie humana empieza por los pies, aunque la mayoría de nuestros coetáneos lo olvidan y piensan que el hombre desciende sencillamente del automóvil”.
Caminar, es el más antiguo de los ejercicios, que tiene enormes beneficios para la salud. Lo aquí expuesto es para las personas sanas que quieren seguir siéndolo y que no saben cómo cuidarse o que no pueden, no quieren o no lo intentan. El objetivo: apoyar a los que se cuidan, animar a los que no lo hacen y dar consejos útiles a ambos. Simplemente mediante el ejercicio de caminar. Ya sabes: "Caminante no hay camino... se hace camino al andar". ¿A qué esperas?
29 octubre 2010
Caminar, deambular, peregrinar, pasear, vagar, errar…
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caminar
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