Caminar es un placer, una necesidad, un derecho en todo espacio público de niños y adultos, hombres y mujeres, blancos o negros, de personas con capacidades íntegras o discapacitados, de embarazadas o no, ricos o pobres, cultos o ignorantes, conocidos o desconocidos, de gente con poderes especiales o sin ellos, bonitos o feos, altos o chaparros, deportistas o no, narcisos, histéricos u obsesivos, de cada persona.
Todos, uno por uno, sin excepción requieren de un espacio para transitar, estar parados, sentarse, platicar o correr en el espacio común.
Es decir, cada persona que comparte un lugar con otra u otras requiere de las condiciones de libertad para desplazarse a pie, con seguridad, dignidad y sin obstrucciones físicas o abstractas.
Sin nada con qué tropezarse, sin nada que limite el deseo de caminar por la calle o un parque.
La ciudad, el campo, las poblaciones pequeñas son para caminar, por supuesto para muchas cosas más, pero esencialmente para eso, es natural caminar, es eso precisamente lo natural, lo demás son recursos, que indudablemente tiene muchísimo más prestigio que lo natural, y entre más caro sea ese recurso, mayor el prestigio de quien lo posee.
El camino a la escuela, a la universidad, al parque, la tienda, el banco, la iglesia, el trabajo y a donde vaya alguna persona acompañada o con su pensamiento nada más, es en muchas ciudades contemporáneas de los países emergentes como México, frecuentemente inseguro, incomodo, humanamente denigrante.
Los municipios de muchas poblaciones, las urbes ceden cada día, de hecho, aunque no en lo formal en todos los casos, espacio, seguridad y dignidad para peatón.
Muchos casos, sabemos que en base a lo formal, eliminan las condiciones de suficiencia, proporción magnitud, continuidad y seguridad para el transito de personas a pie.
Ceden el área y la funcionalidad al vehículo y otros usos.
El caso de los fraccionamientos nuevos, ampliación y modificaciones de vía son dos de los lugares urbanos afectados por la perdida de transibilidad y transitablidad peatonal.
En muchos lugares que son muy atractivos por la característica de usos y construcciones que albergan, con un pésimo diseño vial que ya provoca congestion en algunos lugares, en una ocupación que no llega ni a la mitad de su capacidad dibujada en los proyectos aprobados en su momento.
Ahí ocurren accidentes que son del conocimiento público por su gravedad, accidentes suscitados entre vehículos y vehículos y personas.
Esos accidentes son producto de la falta de capacidad para el diseño de una obra de esta envergadura, y de la falta de comprensión del problema al dibujarla.
En este proyecto se olvidó la existencia de la escala humana, que los buenos arquitectos, los arquitectos, urbanistas y paisajistas, entienden muy bien.
Innumerables arquitectos de gran renombre lo demuestran con sus proyectos, con sus obras.
La ausencia de la consideración seria, real, suficiente del peatón se nota por todas partes.
El hecho es que el peatón quedó fuera del lugar, en teoría, porque como quiera por ahí pasa, solo que con riesgo e incomodidad, Sin la oportunidad del disfrute del acto de caminar y de cubrir sus necesidades de transitar a pie, e incluso en bicicleta de manera digna y segura.Es patente que, para el dibujo de éste conjunto de fraccionamientos, no se incluyó, por lo menos no de una manera satisfactoria, los aspectos relativos al peatón y a la escala humana.
Algo hay en común en las ideas y las decisiones, dejaron de lado al ciudadano de a pie, y en ambos casos, éstos utilizan los sitios respectivos, no obstante.
Se tiene una lista innumerable para escoger profesionales, que sí van a dar en el clavo.
Las escuelas de arquitectura de las universidades locales son de vanguardia. Arquitectos, urbanistas, planificadores, los hay viejos y jóvenes, hombres y mujeres, que dibujan y diseñan a mano alzada y/o, con posgrado y/o experiencia, honestos, éticos, productivos, cumplidos y con un gran espíritu de servicio.
Intenciones con resultados evidentes y en consecuencia, innovadores, trascendentes y sustentables.Que gran diferencia entre el ser y el parecer. No cabe duda, muchas veces las apariencias engañan.
Por suerte, el parque existe y compensa con mucho.
Es un tema por ahora inagotable lo de los peatones, especialmente en el área metropolitana de nuestras poblaciones como en otras urbes de países emergentes.
En algunas ciudades se puede observar en fraccionamientos nuevos con anchos de predio mínimo o casi mínimo, el uso de banquetas como estacionamiento ya que en el predio cabe justo un vehículo y la gente tiene dos y el de frente de la casa no da más que para la entrada de uno, sin poder dejar el otro o el de visita normalmente estacionado en la calle.
Este aspecto del problema de los lotes pequeños, no se ha resuelto en ninguna norma y en nada.
En tanto que desarrollos nuevos con respecto al tránsito de peatones, existe un ejemplo a mencionar debido a que se le ha dado solución al transeúnte, porque un asunto es el de paso, otro el de visita y otro el del lugar, su residente o del trabajador del sitio.
Hasta donde hemos logrado visualizar, el desarrollo inmobiliario, y en relación al peatón, es claro con este ejemplo que el concepto de escala humana y el del peatón, son inherentes al proyecto.
Es necesario referir que las vías principales de la ciudad, al igual que en las carreteras y los pasos a desnivel, no existe consideración alguna al peatón.
Algo cotidiano, en calles locales, en colonias y barrios de todos, es el uso de banquetas como rampas de acceso a las casas o negocios, ningún municipio resuelve el problema del peatón, en ninguno de los aspectos, tanto en los mencionados como otros que no se han comentado ahora por cuestión de espacio.
Transitar a pie en el espacio público es común a cada persona libre en cada calle, ya sea de responsabilidad estatal o municipal.
Caminar en la calle, la plaza es inherente a un ser humano parado en la acera de su casa, la de la iglesia, la escuela, el trabajo, el cine, teatro, librería, café, ya sea en New York, París, Bogotá, Barcelona, etc.
Los derechos del peatón son parte de la vida y la cultura de España, Francia, Alemania, en toda la Unión Europea.
Pero en algunos lugares muy poco lo que se hace al respecto. Los municipios están olvidando que cada ciudadano es un peatón, que hay más ciudadanos que vehículos, más viandantes que votantes, y no existen normas especificas oficiales que aborden la solución al problema del peatón.
En nuestro medio, es mayor la tendencia a resolver los grandes problemas que los pequeños del ciudadano común, tal vez es ésta la causa, en cierta forma, de dichos grandes problemas, la desatención al ciudadano.
Ha sido preferible para algunos políticos vivir en la nube del poder que cumplir con su deber, servir al ciudadano.
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