Este trabajo, que se publica en el último número de la revista 'Neurology' muestra que las personas que realizan habitualmente una actividad física moderada tienen menos posibilidades de desarrollar una demencia vascular, la segunda forma más común de demencia tras el Alzheimer. Por el contrario, los investigadores no encontraron ninguna relación entre el ejercicio y este último trastorno.
Para llevar a cabo este estudio, un equipo de profesionales del Hospital Universitario S. Orsola Malpighi, de Bologna (Italia) analizó el perfil de 749 individuos mayores de 65 años que no presentaban ningún problema de memoria al inicio del estudio. Entre otras variables, los investigadores midieron la cantidad de energía que cada participante consumía haciendo tareas como caminar, subir escaleras o cuidar el jardín.
Durante el seguimiento, que duró alrededor de cuatro años, un total de 86 individuos desarrolló algún tipo de trastorno de pérdida de memoria.
Los resultados de la investigación pusieron de manifiesto que quienes practicaban una actividad física regularmente presentaba un riesgo menor de padecer demencia vascular. "En nuestro estudio, el ejercicio vigoroso no se asoció con ningún beneficio. Sin embargo, las actividades simples como caminar a un ritmo moderado presentaban una asociación significativa con un riesgo reducido de demencia vascular", explica Giovanni Ravaglia, principal autor de la investigación.
Sin beneficios sobre el Alzheimer
Un dato llamativo es que en esta investigación no se observó ningún efecto beneficioso del ejercicio sobre el riesgo de desarrollar Alzheimer.
Aunque no tienen datos fehacientes sobre las causas de este resultado, los investigadores barajan varias posibilidades. Entre otras, citan el hecho de que tal vez el tipo de muestra (personas provenientes de bajos niveles educativos y que no habían desarrollado tareas intelectuales) haya influido en los datos. Además, también apuntan la posibilidad de que "el tipo de ejercicios que puede prevenir el Alzheimer sea distinto del de la demencia" y sugieren la puesta en marcha de nuevas investigaciones que profundicen en este ámbito.
Por otro lado, este equipo de investigadores también reconoce que su trabajo tiene importantes limitaciones como un tiempo de seguimiento muy corto o la imposibilidad de establecer una relación causal entre los factores.
Con todo, remarcan que sus resultados son importantes ya que sugieren que "cualquier tipo de ejercicio moderado puede ser efectivo" en la lucha contra la demencia.
Según las hipótesis que barajan, el efecto beneficioso asociado al ejercicio puede deberse bien a que mejora el riego sanguíneo, bien a que favorece mecanismos que protegen el daño cerebral o bien a la estimulación mental y social que la actividad física favorece.
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