De muchas maneras y por muchas razones, cientos de personas salen a caminar y eligen los lugares más amplios que ofrece la ciudad para ejercitarse al aire libre. Por eso en algunos lugares son los escenarios más concurridos aunque, a la hora de calzar zapatillas y vestirse con ropa cómoda, cualquier espacio verde y vereda ancha parecen apropiados. Eso sí, siempre que no ofrezcan obstáculos ni sobresaltos.
Para muchas personas las caminatas se han convertido en una saludable rutina. Y existen programas y datos oficiales que favorecen la tendencia: el Plan Nacional Argentina Camina, del Ministerio de Salud de la Nación, busca estimular hábitos de vida saludables a través de la incorporación de caminatas y otras actividades físicas con una frecuencia no menor a los 30 minutos diarios.
Además, la encuesta de Factores de Riesgo realizada por el Ministerio en 2005 arrojó como resultado que casi la mitad de los argentinos realizan bajos o muy bajos niveles de actividad física. El efecto no es sólo estético: el sedentarismo representa un factor de riesgo en el desarrollo de enfermedades no transmisibles como la diabetes, hipertensión arterial, problemas cardiovasculares y osteoporosis, por mencionar algunas.
Prevención y terapiaEl Dr. Julio Busaniche es médico clínico y cardiólogo y, con varios años de consultorio, opina que la actividad física "no sólo se permite sino que se induce por dos aspectos: el preventivo, para evitar enfermarse, y el terapéutico, para tratar determinadas enfermedades".
"La actividad física -define- es absolutamente necesaria" y considera que caminar tiene ventajas respecto de otras actividades, porque no se depende de un grupo para hacerlo, y la persona se autolimita de acuerdo con una premisa básica que es la sensación permanente de bienestar. "El organismo impone límites que no deben ser desoídos", aconseja.
En cuando a la prevención, "la actividad permite mantener todas aquellas condiciones que hacen a una vida sana, como no engordar, no fumar". En tanto que la actividad física se indica como premisa terapéutica para determinadas patologías: "En cardiología casi todas, hipertensión arterial, cardiopatía isquémica -trastornos a nivel del músculo cardíaco provocados por enfermedades coronarias-, enfermedades vasculares periféricas, hipercolesterolemia. Todas esas patologías tienen indicación precisa de actividad física con esta premisa básica: hacer aquello que uno pueda".
"El límite no lo impone el médico, lo va encontrando el paciente y no lo debe desoír nunca. Si se genera algún malestar, aunque sea dudoso, ése es el límite, hasta ahí se hace", aclaró el médico.
¿Hay una mayor tendencia de los médicos a indicar actividad física? "El reposo tiene su indicación hasta determinado momento. Ahora se conocen mucho mejor las fisiología y fisiopatología de las enfermedades. Entonces, se comienza con una recuperación que es mucho más precoz de lo que era antes. La persona vuelve a su casa para autoabastecerse, no para ir a la cama (salvo en los casos en que sea necesario)", aclara.
Sin embargo, "hay un esfuerzo que nosotros recomendamos evitar que es isométrico: el paradigma es el de un pesista, que hace trabajo muscular soportando peso sin mover el músculo. Ése es un esfuerzo que contraindicamos. Por el contrario caminar es un esfuerzo isotónico, es decir que se mueven los músculos sin resistencia, sin oponer esfuerzo. Ese trabajo muscular está recomendado".
¿Es necesario contar con un acompañamiento profesional? "Depende de la persona, del grupo etario al que pertenece y de sus antecedentes. Si tiene antecedentes de cardiopatías o enfermedades familiares invalidantes a edad precoz, conviene hacer una consulta y, desde los 40 años para arriba, siempre conviene hacer una visita al médico antes de comenzar con algún tipo de actividad física". Mucho más si no está habituado a hacerlo.
Roberto Saavedra es profesor de Educación Física y egresó del Instituto Nacional de Educación Física Gral. Belgrano en 1947. Desde entonces sigue en una actividad que comparte con su otra profesión, la de kinesiólogo.
Opina que cualquier persona puede salir a caminar siempre que tenga las condiciones mecánicas mínimas y define que "la actividad física tiene que comprenderse desde un individuo que está hospitalizado y que ya puede empezar a moverse, hasta el alto rendimiento". Dentro de ambos márgenes, "lo importante es que cada persona trabaje bajo control de un profesor suficientemente capacitado".
Zapatillas adecuadas para la marcha, ropa de algodón que permita absorber la transpiración, nada ceñido ni de nylon "que muchas veces se utiliza pensando que aceleran la pérdida de peso cuando, en realidad, lo único que se pierde es líquido", son algunas de las recomendaciones que hace Saavedra a la hora de elegir indumentaria.
Sin embargo, apunta que caminar es "una actividad mínima que no cumple los requerimientos que hoy se pretenden para que la gente se considere en actividad. Caminar implica hacerlo en forma continuada, sin parar a lo largo de una distancia determinada. Para la gente que recién empieza, tendría que ser una combinación de caminar y trotar. Caminar 4 cuadras, trotar una, caminar cuatro cuadras... Y, de acuerdo con la experiencia, ver cómo se puede intensificar".
En su opinión, un profesional que conozca bien las tablas de referencia puede orientar a la persona respecto de lo que puede hacer. "Mientras se camina, se entrenan un poco las piernas, muy poco el corazón pero nada las articulaciones. Hay un trabajo más fino para que la persona entrene todo su cuerpo, los músculos, el corazón y el sistema nervioso".
"No hay revista, programa de radio o televisión que no esté hablando y entrevistando a la gente acerca de la mala alimentación. La conclusión de todo eso es que uno de los buenos métodos para mejorarlo es el ejercicio. La preocupación llegó a nivel estatal, porque se gastan enormes cifras en tratamientos de trastornos que podrían ser resueltos si se hiciera un trabajo preventivo. La actividad física tiene que ser preventiva y hay que empezar muy temprano, cuando se forman los hábitos motores", recomienda.
Más argumentosEl médico geriatra Germán Kleisinger sostiene que "la prevención de enfermedades cardiovasculares ocupa un lugar de relevancia en la salud pública mundial. El conocimiento y aplicación de las normas actuales utilizadas para disminuir la incidencia y progresión de enfermedades cardiovasculares (ateroesclerosis) redundará en beneficios de la cantidad y calidad de vida".
En ese marco, el médico tiene el compromiso fundamental con la promoción de la salud: "Esperar la aparición de síntomas y signos de la enfermedad significa llegar tarde" y por eso apunta que "la educación de la población y la propuesta de pautas adecuadas para la prevención debe formar parte del trabajo diario de los profesionales de la medicina. El ejercicio físico es una de las herramientas fundamentales dentro de las medidas de prevención".
¿Qué sucede con los pacientes más añosos? "La expectativa de vida se ha incrementado en las últimas décadas y es posible que esta tendencia continúe con el correr de los años", de manera que esta franja etaria ocupará un amplio espectro poblacional en los próximos 20 años. Uno de los principales problemas de la vejez es la dependencia que genera de las actividades cotidianas. Esto provoca no sólo un deterioro de la calidad de vida del anciano, sino también serios incrementos de los gastos en salud.
El ejercicio físico regular es uno de los medios menos costosos para alcanzar una vejez con mayor plenitud, menor dependencia de los semejantes y mejor calidad de vida.
Para tener en cuentaEn "Prevención y rehabilitación cardiovascular: bases fisiológicas y guías prácticas", se encuentran algunas recomendaciones que, previa consulta con el médico, conviene tener en cuenta:
- No practicar actividades físicas hasta pasadas 2 ó 3 horas después de la última comida.
- Si el esfuerzo fue de intensidad muy elevada, no comer hasta pasados 30 minutos de su terminación.
- No fumar 2 a 3 horas antes del ejercicio.
- Realizar períodos de acondicionamiento o "entrada en calor" previamente al inicio de sesiones de ejercicio de mayor intensidad.
- No detener bruscamente el ejercicio; la "vuelta a la calma" debe ser gradual.
- Evitar el ejercicio en ambientes muy calurosos o demasiado fríos. Mantener una buena hidratación pre, intra y post esfuerzo.
- Suspender el ejercicio si existen dolores musculares o articulares, o síntomas poco habituales (precordialgia, disnea, palpitaciones).
- No usar fajas o ropas pesadas pues favorecen la deshidratación y sus riesgos asociados.
- Cumplir con normas adecuadas de progresión del ejercicio, no imponiendo metas muy altas para períodos cortos que impliquen desarrollar intensidades superiores a las toleradas.
- Adecuar las variables intensidad, duración, frecuencia y progresión de los ejercicios a la edad y aptitud de los individuos.
Según la Revista Argentina de Gerontología y Geriatría (tomo XXI, año 21, N° 3/4), la mayoría de las investigaciones coinciden en que los ancianos que se mantienen activos y comprometidos socialmente tienden a presentar menor grado de envejecimiento, retrasando los procesos fisiológicos del mismo y produciendo además relajación, euforia, bienestar y autoestima.
La misma publicación señala que "junto con un plan de alimentación adecuado y personalizado, la actividad física es importante para la prevención, el tratamiento y rehabilitación de lesiones y trastornos tanto orgánicos como funcionales (enfermedad coronaria, hipertensión arterial, osteoporosis, dislipemias, diabetes, alteraciones del aparato locomotor, etc.)".
Los efectos más beneficiosos del entrenamiento físico son a nivel sanguíneo, respiratorio, musculoesquelético y en actividad psicomotora. A nivel psicológico, disminuye el estado de ansiedad y depresión, aumenta la autoconfianza y autoestima, mejora las relaciones sociales, mejora la líbido, las funciones cognitivas y el sueño.
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