La investigación, realizada con 12 hombres jóvenes y sanos, ha demostrado por primera vez que existe una relación entre el sueño y los niveles de dos hormonas que regulan el hambre y el apetito: la leptina y la grelina.
La primera de ellas, procede del griego 'leptos' (delgado), suprime el apetito y es la encargada de comunicar al cerebro que el organismo ya no necesita comer más. La grelina es una hormona que provoca la sensación de hambre.
Según el trabajo, publicado en 'Annals of Internal Medicine', cuando los participantes dormían cuatro horas durante dos noches consecutivas sus niveles de leptina eran un 18% más bajos que cuando descansaban 10 horas. Sin embargo, los niveles de grelina eran un 28% más elevados.
Debido a estas concentraciones hormonales, los participantes tenían más hambre cuando descansaban poco por las noches. El estudio, que se ha llevado a cabo en la Universidad de Chicago (EEUU), refleja que la falta de sueño aumenta en un 23% el apetito.
Los productos ricos en carbohidratos, dulces y las comidas saladas como las patatas fritas y los frutos secos resultaron ser los más apetecibles para estos sujetos que incrementaron su apetito. La ingesta de frutas y verduras, sin embargo, no aumentó.
Ante estos descubrimientos, los autores del estudio, indica que la falta de sueño podría ser una de las causas que han contribuido al aumento de la obesidad en EEUU. Las estadísticas corroboran esta relación. En los últimos 40 años el tiempo dedicado al sueño en los países desarrollados ha descendido entre una y dos horas y la proporción de jóvenes que duerme menos de siete horas por noche se ha duplicado entre 1960 y 2001. Durante este mismo periodo, la obesidad se ha visto multiplicado por dos.
Limitaciones. A pesar de los resultados del estudio, los autores advierten que la relación entre el sueño y la obesidad no está clara y los mecanismos por los cuales se producen estas alteraciones hormonales todavía se desconocen. Por otro lado, el estudio sólo ha implicado a varones, por lo que sus conclusiones no se pueden generalizar y no se sabe, si a las mujeres le sucede lo mismo. Es necesario realizar más investigaciones para confirmar si realmente se puede hablar de una relación clara entre el sueño y los kilos. De momento, sólo se trata de una posibilidad.
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